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Estado de alarma (The Bedford incident, 1965) (aviso de spoiler)

¿Qué pasa cuando un comandante militar debe decidir entre emplear la fuerza nuclear o no hacer nada? Este es el caso que nos plantea esta interesante e inquietante película británica de los años sesenta, en pleno periodo álgido de la Guerra Fría.

El capitán americano Eric Finlander (Richard Widmark) es un buen oficial, un patriota que sabe motivar a su tripulación concienciándoles de que están “cazando” submarinos soviéticos. En realidad, su misión es mucho más rutinaria, tratan de controlar el tráfico de buques de guerra soviéticos por el espacio de acceso al océano Atlántico que queda entre las islas de Groenlandia, Islandia y Gran Bretaña (el espacio GIUK, en términos de la OTAN). Esta situación producía una guerra de nervios en las tripulaciones por la constante tensión a la que estaban sometidos, debido a los sucesivos “estados de alarma” que el capitán Finlander decretaba.

A bordo también se encuentra un periodista, acreditado por el Pentágono, llamado Ben Munceford (Sidney Poitier), con el que el capitán no hace buenas migas. Munceford sabe que Finlander no ha sido promocionado al grado de almirante por sus comentarios críticos con la manera en que el Gobierno Norteamericano gestionó el incidente de los misiles de Cuba.

Gracias a la pericia del capitán y a la competencia de su tripulación, detectan la presencia de un submarino soviético en aguas territoriales de Groenlandia, al que llaman “el gran rojo”. Su objetivo es atosigarle para que emerja a la superficie y descubrir sus planes. No queda claro si, para ello, está dispuesto a emplear la fuerza. Ambas naves disponen de armamento nuclear, lo que, en caso de emplearse, supondría una acción de guerra que desencadenaría una tercera guerra mundial.

Otro personaje inquietante de la máxima confianza para Finlander es un oficial alemán con experiencia como comandante de submarinos en la época de los nazis, llamado comodoro Schrepke (Eric Portman).  Aunque Schrepke colabora activamente con Finlander, sus emociones pronto se sintonizan con el capitán del submarino soviético, porque conoce la desesperación que se experimenta cuando el enemigo está a punto de darte caza. Munceford trata de conocer en profundidad los planes de Finlander cuando descubra al gran rojo, pero no consigue ninguna declaración por parte de su leal tripulación y el propio Finlander se niega a desvelar sus intenciones dando respuestas evasivas al periodista.

Agotando la capacidad del submarino de permanecer sumergido y forzando las capacidades de su tripulación para mantenerse  en alerta, Finlander logra detectar al submarino sin tener todavía la autorización del mando de la OTAN para utilizar la fuerza de combate. Schrepke intenta persuadirle, en vano, de que termine el ejercicio para evitar males mayores, porque el submarino ha logrado esquivarlos hasta alcanzar aguas internacionales donde el capitán Finlander no tiene jurisdicción.

Cuando el gran rojo trata de recargar sus reservas de oxígeno mientras ganan tiempo hasta que alcance su posición un buque nodriza soviético, Finlander fuerza al submarino a emerger embistiéndole, en una maniobra que rompe los nervios del más joven de sus oficiales haciendo que éste dispare un misil antisubmarino, al interpretar erróneamente unas palabras de Finlander. Creyendo que el segundo oficial del barco ha logrado desactivar la carga explosiva del misil, se producen unos segundos de incertidumbre hasta que el operador del sónar escucha la explosión del misil que ha hundido al submarino. En ese momento se detectan cuatro torpedos con cabeza nuclear que se dirigen contra el Bedford. La película acaba con la imagen de una explosión nuclear y con el efecto de las imágenes delos protagonistas en una película de acetato que se degrada por el efecto de un calor intenso.

Esta película nos hace reflexionar acerca del absurdo de la disuasión nuclear, cómo un fallo humano puede desencadenar el holocausto nuclear y lo fácil que resulta que un militar radicalizado pueda llegar al punto crítico que desencadene una respuesta automatizada. En esto se basaba la doctrina de la “Destrucción Mutua Garantizada” (MAD), que sirvió de estrategia militar hasta la aparición de Ronald Reagan.

@salenko1960

 

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Tubular Bells

Conocí esta obra de Mike Olfield durante mi adolescencia, la escuchaba con auriculares por las noches y me daba pié a imaginar viajes espaciales, ensoñaciones espirituales y otros contenidos evocadores que iban siempre envueltos con los misteriosos sonidos y la creatividad armónica con la que se combinaban admirablemente los instrumentos y las melodías.

Cuando supe que todo era obra de un solo músico, mi admiración creció aún más. Al parecer todo se gestó en un estudio de grabación donde Olfield fue grabando por separado un montón de pistas de audio, mezclándolas todas ellas con gran esfuerzo de sincronización (entonces no se utilizaban los medios digitales). Debió de ser un alarde de creatividad musical que le dejó un gran vacío de ideas. No conozco otra obra de este autor que esté a la altura de Tubular Bells, aunque reconozco que su hermana hizo un disco muy meritorio, sacando partido de una voz cristalina que causó gran sensación.

Aunque entonces no había visto la película de “El Exorcista” reconozco que la inclusión de algunos pasajes de la obra en la banda sonora original, le aportan un ambiente inquietante y una tonalidad siniestra que, en mis primeras audiciones, yo no reconocía en absoluto.

De la unión de este residente en Ibiza con Richard Branson, nació el sello discográfico “Virgin” que permitió a Branson ganar un buen puñado de dinero y convertirse en un icono de los negocios de finales del siglo XX.

Este álbum se enmarca ahora en lo que se conoce como “rock progresivo” junto a la obra de otros artistas que mencionaré en futuros artículos.

Esta es la introducción del tema principal

Otro momento

La apoteosis con la aparición de las campanas tubulares

@salenko1960

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CHUCK BERRY “IN LOVING MEMORY”

 

Tras el reciente fallecimiento de este legendario nonagenario, ya van siendo pocos los precursores del rockabilly que quedan vivos.  Aunque no fue mi estilo de música preferido (yo siempre me he decantado por el rock progresivo) reconozco que he disfrutado con muchas de las canciones que se clasifican bajo este epígrafe.

Muchas de sus canciones fueron versionadas por artistas europeos pero ninguno supo imitar con acierto su inigualable «paso del pato» (duckwalk).

Aquí le véis en una grabación remasterizada disponible en Youtube.

Esta otra canción tal vez os recuerde a John Travolta y Uma Thurman bailando en “Pulp Fiction”

Para los más rockeros, os recuerdo otro de sus grandes éxitos con el que bailó más de una generación. Descanse en paz.

@salenko1960

 

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Agente 007 contra el doctor No

Esta película británica del año 1962 es la que inicia la saga de películas del agente 007 en su versión más comercial. Está basada en la novela del mismo nombre escrita por Ian Fleming, un escritor que había trabajado en los servicios de inteligencia de la Armada Británica y que conocía el mundo del espionaje. Protagonizada por Sean Connery y dirigida por Terence Young, contó con la producción de Albert R. Broccoli y Harry Saltzman, colaboración que permanecería hasta 1975, Con un total de 24 películas, de las cuales 9 estaban centradas en el agente James Bond.

Aunque contiene algunas referencias de libros anteriores, la presentación del agente incluye los elementos característicos que se repetirán en el resto de la saga, a saber, la forma de presentarse a sí mismo: “me llamo Bond, James Bond”; su bebida favorita: Martini con vodka mezclado, no agitado; su arma preferida: la beretta; su vehículo de trabajo: un Aston Martin; y su predilección por las chicas bonitas, lo que incluye a la secretaria de su jefe Miss Monneypenny, en esta película se presenta a Ursula Andress como iniciadora de una serie de actrices esculturales que serán conocidas como “chicas bond”; todo ello envuelto en una estética muy característica, con presencia de juegos en un casino y una música que siempre será asociada con este personaje.

La película adolece de cierta falta de ritmo pese a que se suceden las situaciones amenazadoras de las que tiene que salir el agente secreto haciendo gala de una pericia inagotable. En esta ocasión el personaje al que se enfrenta nuestro protagonista es el doctor No (Joseph Wiseman), un chino multimillonario que encabeza los esfuerzos de la organización SPECTRE por controlar el mundo.

La acción se desarrolla en Jamaica y tiene como telón de fondo la rivalidad entre los soviéticos y los norteamericanos por ganar la carrera espacial. La energía atómica sirve a los propósitos del Dr. No para ubicar una estación de control de naves espaciales en una isla deshabitada del mar Caribe.

Tras una serie de misteriosos asesinatos, se le encarga a Bond que viaje a Jamaica para descubrir la trama que hay detrás de los tres ratones ciegos. La presencia de un agente de la CIA le da al asunto un componente propio de la guerra fría, pero serán las habilidades profesionales del agente británico las que harán progresar la investigación hasta llegar a las instalaciones ultrasecretas del doctor No, donde éste se dispone a interferir en el lanzamiento de una nave del proyecto Mercury para ocasionar un incidente que le será achacado a los soviéticos.

La trama de espionaje es bien sencilla si la comparamos con otras películas del mismo género, pero lo que causó un enorme impacto comercial fue la puesta en escena de este mundo lleno de sofisticación, tecnología y glamour que arrasó con muchos jóvenes y adolescentes, como fue mi caso. En cuanto al nombre en clave del agente: 007 deriva del hecho de que todos los agentes nominados con un doble cero inicial tenían licencia para matar, cosa que se ve reflejada en una escena de la película y en el desenlace final que ocasiona la voladura de las instalaciones de SPECTRE mediante un accidente nuclear provocado por el propio agente. Como aún no se conocía mucho sobre los peligros que se podían derivar de la explosión de un reactor nuclear (todavía no se habían dado los casos de Chernóbil ni Fukushima), en esta película se escapan todos los personajes de la radiactividad simplemente alejándose unos cientos de metros. Otra cosa curiosa de esta película es la presencia de una araña del género “viuda negra” como arma asesina cuando hoy la consideramos una mascota inofensiva.

La película sirvió para lanzar al estrellato a Ursula Andress y para generar una expectación inagotable por las aventuras de este agente playboy que no decaería pese a cambiar, más de una vez, de actor protagonista. Aunque no ganó premios artísticos destacables, algunos se dieron cuenta muy pronto del filón con el que habían dado los estudios Pinnewood de Londres, así la revista Variety publicó: “Los aficionados al cine tenemos Bond para rato. No se llevará ningún Oscar, pero fans entusiastas los tendrá a miles«.

@salenko1960

 

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El inicio de la GF

Tras una guerra que había consumido los recursos de las potencias enfrentadas, parece razonable conocer cómo y por qué se desembocó en una guerra no declarada que terminó por colapsar a una de las dos grandes superpotencias vencedoras. ¿Cuándo se dieron cuenta los soviéticos de que terminarían en guerra con el mundo capitalista? ¿Cuándo los norteamericanos dejaron de confiar en su aliado comunista?

Los acuerdos de Yalta y Potsdam dejaron definidos unos espacios geográficos en los que se aceptó que, para garantizar la seguridad del estado soviético, se daría prioridad a la URSS para influir en los acontecimientos políticos de esos estados europeos y asiáticos. Lo llamaron el área de influencia soviética.

Tras finalizar el conflicto, el mapa de Europa mostraba signos de confrontación en ciertas áreas de los Balcanes, Oriente Medio y Manchuria. El desgaste sufrido por el Imperio Británico dio paso a un proceso de descolonización que pronto dejaría de estar controlado por la corona. En ese momento los Estados Unidos no aspiraban a ocupar ni una sola hectárea de terreno fuera de sus fronteras, pero se daban cuenta de que los recursos y la influencia geopolítica estaban relacionados con su actividad comercial. Poco a poco se fueron concienciando de que debían abandonar su tradicional aislacionismo y propiciar un modelo de relaciones internacionales que favoreciese el intercambio pacífico entre todos los estados.

En esos primeros meses de postguerra, Stalin sabía que la situación geopolítica era poco tranquilizadora para la URSS. Dio órdenes de acelerar las investigaciones para dotarse de una bomba atómica y el 9 de febrero de 1946 anunció, en un patriótico discurso en el teatro Bolshói, que la expansión del comunismo justificaba nuevos sacrificios  y que el movimiento revolucionario tendría que volverse a enfrentar a los intereses del capitalismo y del imperialismo, lo que suponía una sentencia de muerte para la gran Coalición.

Cuando el gobierno norteamericano pidió explicaciones a su embajada en Moscú acerca del motivo por el que los soviéticos rechazaban incorporarse a las instituciones financieras que se habían creado en el nuevo marco de cooperación generado por las recién creadas Naciones Unidas, la respuesta del diplomático George Kennan, conocida como “Telegrama largo”, les recordó que la URSS siempre había sido una potencia revolucionaria enfrentada contra los estados burgueses, poco sensible a los razonamientos lógicos y muy respetuosa con las posiciones respaldadas con ayuda de la fuerza.

Poco después se produjo el discurso de Churchill en Fulton (Misuri), invitado personalmente por el presidente Truman cuando ya había pasado a la oposición en el Reino Unido. Algunos de sus pasajes fueron considerados belicistas por el gobierno de Stalin y comparados con la actitud de Hitler. En esencia, Churchill denunció la situación europea tras los primeros meses de ocupación soviética en países como Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumanía, además de las repúblicas bajo control soviético. Al denunciar la forma en que se estaba impidiendo el desarrollo de la democracia en estos países (que cayeron bajo la esfera de influencia soviética), alertó a la sociedad norteamericana de que se preparasen para la confrontación.

Hay que tener en cuenta de que, tras el final de la II Guerra Mundial, los aliados se encontraron con una situación interna radicalmente distinta. Mientras en Estados Unidos, la economía se adaptó fácilmente a una nueva realidad en la que el consumo interno pasaría a sostener la actividad productiva y facilitaría la recolocación de los ciudadanos desmovilizados; en Gran Bretaña se había votado un cambio radical en la forma de gobernar: cuando Churchill ofrecía mantener el imperio británico para consolidar su modelo de civilización cristiana, Clement Attlee le superaba en las urnas con un discurso que prometía a los británicos ocuparse de las mejoras en sus condiciones de vida. Pese a ello, no pudo evitar que la posguerra fuese más dura que la propia guerra, en términos de desabastecimiento, ni que volviesen las cartillas de racionamiento, justificadas en parte porque había que atender a los compromisos británicos en el continente europeo.

La reacción de la Unión Soviética puede considerarse desproporcionada. Stalin volvió a recuperar los valores imperiales y dejó en segundo término las preocupaciones de la ciudadanía para garantizar el asunto de la seguridad nacional. Internamente, volvieron las purgas en el partido y en el ejército, dejando claro que una actuación heroica en el campo de batalla no garantizaba la impunidad por acercar posturas ante las posiciones del bando angloamericano. Externamente, se dijo que esto hacía viable el espacio de influencia soviética.

La situación en Irán, ocupado por fuerzas soviéticas y británicas, la relacionó con antiguas aspiraciones territoriales de las repúblicas soviéticas colindantes (Armenia, Georgia y Azerbaiyán). Pretendió presionar a Turquía e Irán para acercarlas a los posicionamientos de la URSS y solo desistió de este propósito cuando Truman envió al acorazado Missouri a la zona de los estrechos turcos y cuando Naciones Unidas rechazó ampliar el plazo para la acordada retirada del ejército rojo del territorio iraní.

Se había puesto de manifiesto que las diferencias ideológicas entre el comunismo y el modelo angloamericano (que no capitalismo), justificaba un enfrentamiento por la supremacía universal. La dictadura del proletariado entraba en una guerra no declarada contra la democracia representativa. Ninguno de los dos contendientes deseaba ser considerado como el iniciador de las hostilidades, pero las víctimas y los muertos de esta contienda se fueron sucediendo en diferentes escenarios del mundo entero hasta que, en 1991, se desintegró la Unión Soviética.

@salenko1960

 

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El arma definitiva

¿Cómo se dirige la política exterior sabiendo que se dispone de un arma capaz de aniquilar al enemigo? Esta fue una de las claves de la Guerra Fría, primero para los Estados Unidos, luego para la URSS.

Pese a ser grandes superpotencias, la política exterior de ambas, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, consistió en garantizar una paz duradera que asegurase la resolución, por medios pacíficos, de las disputas territoriales. La efectividad del arma nuclear había ya sido comprobada en el frente oriental y, pese a las discusiones que se han despertado en los años posteriores a su utilización, su eficacia para poner fin a la contienda en un plazo razonable resultó suficientemente evidente, dada la debilidad de las protecciones frente a un arma tan destructiva.

Ninguna de las dos potencias tenía tensiones poblacionales ni afanes expansionistas suficientes como para embarcarse en aventuras militares que dieran como fruto la adquisición de nuevos territorios. Por ello, no les costó mucho esfuerzo acordar las bases para la creación de una institución supranacional que mantuviese la paz mundial.

En el caso de la Unión Soviética, pese a sus desavenencias con China y Japón en Asia, su principal preocupación era garantizar un cinturón de seguridad en su frontera europea que conformase una barrera ante posibles amenazas occidentales, además de asegurar que la amenaza alemana quedaría desmantelada para los próximos decenios. Con respecto a los Estados Unidos, más allá de su amplia tradición comercial, que tan buenos resultados económicos les reportó, la doctrina oficial era la de combatir las ideologías totalitarias que habían desembocado en las dos guerras mundiales. Una corriente de opinión muy poderosa era que, en el fondo, el comunismo tenía una base ideológica equivalente al fascismo y radicalmente opuesta al estilo de vida americano.

En los primeros años de la GF, los EEUU solo tuvieron que mencionar la existencia de esta arma para lograr frenar los intentos de expansión del comunismo. Hay que tener en cuenta que, desde los tiempos de Lenin, existía un órgano (La Cominterm) que alentaba la difusión de los principios inspiradores de la revolución soviética y que coordinaba los planes de acción de los partidos comunistas existentes en la mayoría de los países implicados en la Guerra Mundial.

La relación de fuerzas cambió drásticamente cuando, en 1949, Stalin logró desarrollar la primera detonación nuclear, demostrando de esta manera que había logrado un hito científico y tecnológico equivalente al alcanzado por los americanos unos años antes. A partir de ese momento, la sola mención del uso del arma nuclear no bastaba para imponer sus puntos de vista. Empezó un periodo en el que las grandes superpotencias se afanaban en hacer creíble su amenaza, mejorando los sistemas de transporte (delivery system) de manera que se pudiera alcanzar cualquier punto del territorio enemigo en un plazo razonable.

Posteriormente, otros países como Francia y Reino Unido se convencieron de la necesidad de disponer de su propia arma nuclear para hacer prevalecer sus posturas en un mundo que se estaba librando de la opresión colonialista a marchas forzadas. A la par que las dos superpotencias desarrollaban su capacidad tecnológica para mantener viva la amenaza nuclear, la opinión pública (especialmente en Occidente) tomó conciencia de la sinrazón a la que se estaba llegando. Cualquiera que fuese el resultado de una hipotética Tercera Guerra Mundial, el vencedor tendría que lidiar con un mundo contaminado y devastado por las consecuencias de un terrible invierno nuclear. Las dos superpotencias llegaron a la conclusión de que no era conveniente ser el primero en utilizar sus armas nucleares, pero sí en impedir que cualquier ataque se quedase sin una respuesta apropiada. Fue el tiempo de la Destrucción Mutua Asegurada: los arsenales se automatizaron y se fijaron planes de contingencia para que las armas fueran disparadas, incluso días después de un primer ataque, para garantizar la destrucción del enemigo.

Tuvieron que pasar más de veinte años de este equilibrio del terror para que, el 26 de mayo de 1972, los presidentes Nixon y Breznev firmasen el primer acuerdo SALT para reducir sus armas estratégicas y evitar que otros países se embarcaran en una deriva semejante. En estos acuerdos se contemplaba la posibilidad de una guerra nuclear limitada a las zonas fronterizas de las dos superpotencias (Europa, Asia y América) pero no contemplaban la posibilidad de desarrollar contramedidas nucleares eficaces. El presidente Reagan cambió este equilibrio de terror apostando por un sistema múltiple de neutralización de misiles intercontinentales, que resultó inalcanzable para una economía soviética que había logrado la paridad con grandes sacrificios.

Pese a que, desde Nagasaki, las armas nucleares no han vuelto a ser utilizadas contra otros seres humanos, la amenaza sigue estando presente. Siempre que un gobernante se plantea resolver sus problemas de seguridad por métodos violentos debemos recordar que uno sabe cuándo comienzan las guerras, pero nadie sabe cuándo se pueden dar por terminadas. Los efectos escalables de un conflicto pueden llevar a extremos insospechados y todos los contendientes conocen la existencia de un arma que, de ser utilizada, puede acabar radicalmente con el enemigo, aún a costa de poner en riesgo la vida de muchos inocentes. Mientras las armas nucleares no estén completamente prohibidas, la sociedad no debe bajar la guardia. Está en juego la habitabilidad de este planeta.

@salenko1960