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Música soviética de los primeros años de la GF

 

Son pocos los conocimientos que tenemos en Occidente sobre la música soviética del inicio de la Guerra Fría, aparte de los coros del Ejército Rojo que merecen un capítulo aparte. La música popular que se escuchaba detrás del Telón de Acero, nos era prácticamente desconocida o directamente se censuraba.

El primer ejemplo es el de una mujer llamada Клавдия Ивановна Шульженко (Klavdiya Ivanovna Shulgenko) que canta una canción latina que nosotros conocemos como «Cielito Lindo», es del año 1949 y el traductor de Google la traduce como «Chelita».

 

Cuando viajas a Rusia te llama la atención que los restaurantes más populares son los georgianos y armenios (así como en Occidente son los chinos). Este folklore debía ser tan popular como la comida. En este ejemplo os pongo a Rashid Majid oglu Beybutov de Tbilisi (Georgia), especialista en cantar pop de esa región de la desaparecida URSS, se trata del tema de 1948 «Servidores Duet y criadas».

 

El último representante de este género es Vladimir Aleksandrovich Nechaev, un trabajador de las obras de Moscú que canta «Es bueno ser joven» de 1956.

Si queremos entrar en comparaciones, podemos fijarnos en la canción de Frank Sinatra
«Begin the Beguine» que es del año 1946.
Mientras tanto en 1946, en España, cantaba Lola Flores «la Zarzamora» y Antonio Machín «Yo te diré»,  que luego se incorporó a la película «Los últimos de Filipinas»… cuanta nostalgia.

@salenko1960

agosto 2017

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Cuarta singladura: Reagan – Gorbachov

De alguna manera nos situamos en el episodio final de la Guerra Fría, después de este periodo se produjeron los últimos sucesos que finiquitaron el imperio soviético: la caída del Muro de Berlín y el golpe de estado en la URSS.

SITUACIÓN PREVIA

Ronald Reagan provenía del mundo sindical, concretamente del sindicato de actores. Como Presidente de la Nación se caracterizó por la dureza de sus planteamientos antisoviéticos, los consideraba, en un primer momento, los enemigos del sistema americano. Para hacer frente a ellos, se rodeó de un grupo de asesores y consejeros que buscaban el mayor grado de acoso a la influencia soviética en todo el mundo. Se acuñó el término full court press (traducible como “presión en toda la cancha”, término propio del baloncesto) con el que se pretendía hacerles perder el terreno que habían ganado con la débil presidencia de Carter.

Su primer mandato (20 de enero de 1981-20 de enero de 1985) puso de manifiesto una dependencia excesiva de sus consejeros en cuestiones técnicas e ideológicas. Impulsó los trabajos del “Comité sobre el Peligro Actual”, que sostenían la existencia de una “ventana de vulnerabilidad” que aconsejaba un rearme en las Fuerzas Armadas basándose en la superioridad tecnológica de EEUU sobre la URSS, especialmente la incipiente tecnología informática.

Reagan criticó a la ONU por no saber diferenciar entre países autoritarios y totalitarios, esta crítica dejó sus secuelas en la falta de apoyo económico a los planes de la UNESCO. Tampoco se sintió interesado por la distensión, más bien le parecía una mala idea que debilitaba las opciones legítimas de hacer prevalecer los principios americanos (motivo por el que fue catalogado como «cowboy” en muchos discursos de la izquierda europea).

Por su parte, Mijaíl Gorbachov había sido elegido secretario del PCUS (11 de marzo de 1985), poniendo fin a la escuela estalinista, al poco de iniciar Reagan su segundo mandato. Prácticamente se pasó los dos primeros años siguiendo la ortodoxia planteada por Yuri Andrópov. Se le designó por su juventud y por sus conocimientos en economía, para entonces era patente el deterioro de los cimientos del poder soviético.

Una de sus primeras medidas fue, paradójicamente, ruinosa para las arcas públicas; se trataba de una campaña contra el alcoholismo que se impulsó a todos los niveles. El gigantesco déficit lastró casi todas sus políticas, se podría decir que ante la dialéctica de “cañones o mantequilla”, los dirigentes anteriores a Gorbachov, habían elegido la primera opción.

Con estos mimbres y la ayuda de Shevardnadze se propuso cambiar la imagen de la URSS para impulsar otra más abierta y optimista (1987). Con sus medidas se ganó la confianza de los apparatchiks ilustrados, los hijos del XX Congreso del PCUS; se otorgaron privilegios de reunión con extranjeros (como se refleja en la película “La casa Rusia”).

Para cuando Gorbachov se había afianzado en el poder, Reagan ya había cambiado su actitud inicial. Una vez que se había logrado aumentar el arsenal de misiles y cada vez más consciente del poder destructivo de las Armas Nucleares, había relevado en junio de 1982 a uno de los “halcones” más significativos (Alexander Haig) y nombrado a George Shultz para negociar de igual a igual con los soviéticos, pese a la oposición de George Bush, Caspar Weinberger y William Casey, pero con el apoyo de Nancy Reagan. Pese a ello, los dirigentes rusos desconfiaban de la nueva actitud de Reagan y la tachaban de electoralista. Reagan impulsó un nuevo marco de relaciones en noviembre de 1984 en la ONU, se realizaron dos rondas de negociaciones pero con pocos progresos por el escollo que supuso la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), también conocida como “Guerra de las Galaxias”.

LOS RASGOS PSICOLÓGICOS DE RONALD REAGAN

Reagan era un gran comunicador, aptitud muy valorada en los líderes políticos de EEUU. Muchas de sus promesas electorales se conformaron como reacción a la política “supuestamente débil” del presidente Carter. Su evolución ideológica pasó de denominar a la URSS como el “Imperio del mal” a considerar amigos a los soviéticos, en especial a Gorbachov. Pudo tener que ver con un proceso de asimilación de información más que con un cambio de personalidad. A fin de cuentas, él se había desempeñado como actor y debía pensar cuál de sus papeles era el más adecuado a las circunstancias cambiantes.

Ideológicamente no mostró interés por saber demasiado sobre el comunismo, no le interesaba conocer a fondo esa ideología porque se sentía cómodo representando los valores americanos en un contexto de confrontación militar. Tampoco era un despiadado militarista como se le tachó a veces. Él nunca albergó planes de ataque preventivo contra la URSS y se sorprendió al descubrir que los rusos estaban seriamente preocupados con esta posibilidad. La disuasión le parecía una baza poco sensata y le repugnaba la idea de la “Destrucción Mutua Asegurada” (MAD), porque no contemplaba la posibilidad de ganar la confrontación. Si los EEUU han conseguido desbancar tecnológicamente a la URSS, también serán capaces de arruinar sus planes de expansión ideológica, debió de pensar.

En cuando a la IDE, le pareció más sensato que la doctrina MAD porque se apoyaba en la incontestable supremacía tecnológica y científica de los EEUU. Pese a que existía un serio obstáculo para hacerla viable, dado que exigía una gran inversión en costosísimos ensayos para hacer que el sistema distinguiera entre las cabezas nucleares reales y falsas. El desastre del Challenger (enero 1986) puso en duda la capacidad operativa de la IDE, pero obligó a los soviéticos a replantearse su estrategia nuclear. Para mejorar sus opciones políticas, fue capaz de amañar un experimento para engañar al Congreso con el fin de lograr fondos. Los soviéticos le acusaron de incumplir los acuerdos ABM firmados por Nixon y Brezhnev pero le dio la vuelta a esta acusación utilizando como excusa que el radar de Krasnoyarsk, fue el primer incumplimiento (los soviéticos así lo reconocieron en 1989 y lo desmontaron).

El primer encuentro entre ambos se produjo en la cumbre de Ginebra en 1985, Reagan tenía 74 años y Gorbachov, veinte menos. La puesta en escena de este encuentro permite sacar algunas conclusiones sobre la personalidad de ambos mandatarios: Reagan, alto, elegante y dominador de la situación frente a un Gorbachov vestido como un provinciano, ataviado con abrigo y bufanda  como si llegara de una dacha en pleno invierno a visitar a su poderoso tío millonario para pedirle un préstamo (permítaseme la licencia literaria).

Ambos se casaron con mujeres inteligentes y sofisticadas, que proyectaban una imagen de mujer independiente y comprometida con los cambios que se deseaban impulsar. Raisa y Nancy congeniaron muy pronto y aportaron un tono cálido y casi familiar a las relaciones entre los dos presidentes.

LOS RASGOS PSICOLÓGICOS DE MIJAIL GORBACHOV

Cuando fue nombrado Secretario General del PCUS, estaba considerado como un hombre inteligente, perspicuo y fino. Entre tanto carcamal estalinista, Gorbachov debió suponer un revulsivo con el que el Régimen trató de hacer el ansiado relevo generacional.

Las cuestiones ideológicas jugaban un papel muy secundario; pese a ser un leal comunista, prefería centrarse en las reformas administrativas que debían impulsar la debilitada economía soviética.  Para ello se centró en la política exterior y nombró a Shevardnadze como su mano derecha. Logró un impacto muy significativo incluso en países muy enfrentados con los intereses soviéticos, como es el caso del Reino Unido, llegando a conseguir que su primera ministra Margaret Thatcher, hablase bien de él al presidente Reagan.

Su optimismo era otro de sus rasgos destacados, un optimismo que, con frecuencia, crispaba a los dirigentes más recalcitrantes pero que no llegaron a conformar un contralíder hasta que le llegó el momento a Boris Yeltsin. Su oposición a las soluciones militares tuvo que ver con el hecho de que consumían buena parte de los recursos económicos dentro de un país con grandes lagunas de producción en artículos de consumo y que no lograba dar la réplica a la tecnología informática que, en el lado capitalista, estaba revolucionando los procesos administrativos.

Supo aprovechar algunas circunstancias para convertir al complejo militar industrial soviético en el “chivo expiatorio” de los males económicos, un ejemplo de esto fue el incidente de la avioneta alemana que aterrizó en la Plaza Roja (incidente de 1987 en el que Mathias Rust puso en evidencia el sistema de defensa aéreo soviético). Mientras, los apoyos logrados en política exterior (granjeándose la simpatía de Miterrand, González y Troudeau) le reportaban un soporte financiero que aliviaba la situación económica. Incluso llegó a permitir las inspecciones de la OTAN, lo que horrorizaba a muchos de sus generales por la posibilidad de que se descubrieran las “aldeas Potemkin”[1].

Cuando tuvo conciencia del peligro nuclear, reaccionó impulsando la transparencia del Estado, acuñando el término Glasnost que, junto al de Perestroika (reestructuración), se ha convertido en parte de su legado histórico. A pesar de ello, el incidente de Chernóbil (abril 1986) puso a prueba esta retórica y el resultado fue una reacción del Estado acorde con las antiguas fórmulas estalinistas de ocultación y de restar importancia. Esta falta de compromiso parece propia de un político occidental pero fue lo que, a la postre, posibilitó las renuncias que tuvo que hacer el Kremlin para llevar a cabo unas conversaciones de paz que estuvieron a punto de destruir las armas nucleares. Porque este hombre era más un constructor de consenso que un guerrero.

CONTEXTO GEOPOLÍTICO

Sin ánimo de ser exhaustivo, merece la pena hacer un repaso de los acontecimientos en los que estuvieron enfrentadas estas dos figuras. La invasión de Afganistán ya se había convertido en el Vietnam soviético cuando Gorbachov llegó al poder, su deseo de retirada se debió a problemas financieros más que a la voluntad del inquilino del Kremlin.

La cuestión de Centroamérica fue más peliaguda porque Reagan adoptó una posición más intransigente, la situación de Nicaragua la convirtió Reagan en un asunto ideológico de primer orden que a punto estuvo de costarle el “impeachment” por las contradicciones en que incurrieron sus colaboradores más cercanos cuando se descubrió el asunto Iran-Contra.

En Oriente Próximo la situación parecía dar un vuelco favorable a la paz cuando Yasir Arafat, en 1988, admitió el derecho de Israel a la propia existencia como Estado. Mientras en el Golfo Pérsico, Reagan había borrado a Irak de su lista de países terroristas (confiaba en que esto podía ser una buena baza contra la URSS) y se produjo el incidente del destructor Stark (mayo de 1987) que provocó una serie de ataques contra aviones civiles en la zona.

En Europa, Gorbachov se planteaba la conveniencia de desplegar los nuevos misiles SS-20. Reagan seguía apoyando al sindicato Solidaridad en Polonia y se mantenía un boicot tecnológico a la URSS que molestó a los aliados europeos porque entorpecía el proyecto de construcción de un gaseoducto. En octubre de 1986 se produjo la cumbre de los dos presidentes en Islandia, en la cual se resolvieron más cuestiones relacionadas con el desarme que todos sus predecesores juntos, aunque Gorbachov hizo casi todas las concesiones.

CONTROL DE ARMAS

Desde marzo de 1983, Reagan había sacudido los cimientos de la contención aprobando el proyecto IDE como parte de su estrategia de doblegar a los soviéticos. Gorbachov se pasó mucho tiempo discutiendo sobre contramedidas a esta Guerra de las Galaxias y solo consiguió acordar con Reagan la desmilitarización del espacio. Este proyecto fue el único obstáculo que impidió alcanzar un acuerdo de destrucción de todas las armas nucleares propuesto por Reagan.

El Reagan del segundo periodo fue el que firmó el acuerdo INF en 1987. El tratado eliminó los misiles cuyo rango estuviera entre 500 y 5.500 kilómetros. Con ello se procedió a destruir 846 por parte de los EE.UU y 1.846 por parte de la Unión Soviética. Bajo este tratado, ambas partes tenían permiso, por primera vez,  para inspeccionar las instalaciones militares del otro. Este principio encaja con el proverbio ruso de “Confía pero comprueba”. Aparte del rechazo de ambos dirigentes a una confrontación nuclear, en el caso de Reagan, pudo influir la presión pública; en 1982 se produjo la mayor concentración de la historia para protestar contra las armas nucleares.

El compromiso más claro con la reducción de armas lo tuvo el presidente Gorbachov, cuando pidió, en la ONU, eliminar la ideología de las relaciones internacionales (principio contrario al pensamiento estalinista vigente hasta entonces en la URSS) y cuando anunció una relación unilateral de las Fuerzas Armadas en el Ejército Rojo.

¿GANÓ REAGAN LA GUERRA FRÍA?

Muchos analistas han debatido esta cuestión, porque supondría una preponderancia ideológica extrapolable a todo el Globo. No se puede negar que la agresividad militar del primer mandato de Reagan supuso un problema para el sistema soviético, con unos dirigentes envejecidos que no pudieron afrontar los desafíos económicos con los recursos adecuados. El mandato de Gorbachov, si bien liberó a la URSS de algunas de sus obligaciones militares, no fue lo suficientemente decidido como requería la situación, albergando el descontento, tanto de los elementos más decididamente comunistas, como de los que esperaban un rebrote de la economía que aligerase las penurias de la población civil. La brecha entre un sistema fuertemente apegado a una ideología que no se había adaptado a los tiempos modernos (especialmente combatiendo la corrupción de sus élites) y otro que aprovechaba los avances tecnológicos para impulsar unos hábitos de consumo que proyectaba a lo más alto el poder de los estados europeos, fue, probablemente, la causa real del colapso de la URSS.

Pese a que Reagan puso mucho de su parte para evitar una conflagración nuclear y llevó a cabo una contraofensiva ideológica en el Tercer Mundo, que ocasionó muchos quebraderos de cabeza a los soviéticos, parece ser que la debilidad interna de la URSS ya era patente sin esta presión añadida.

Las concesiones de Gorbachov jugaron un papel trascendental para mejorar la imagen de la URSS, sobre todo la exterior, pero no fue suficiente para reformar una Administración rígida y corrupta, incapaz de tomar conciencia de las necesidades ciudadanas. Por otro lado, si admitimos la hipótesis de que Reagan ganó la Guerra Fría, resulta evidente que este logro se consiguió a costa de pagar un precio muy alto como fue desatender los problemas nacionales de los EEUU, que heredaron los presidentes que sucedieron a Reagan.

@salenko1960, agosto 2017

[1] Los pueblos Potemkin hacen referencia a los creados por el Duque Grigori Potemkin con figurantes que representaban el papel de felices aldeanos cuando la zarina Catalina II de Rusia pretendió visitar la recién conquistada península de Crimea. Con este ardid logró encubrir la verdadera situación catastrófica de la región.

 

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Von Braun y Korolev. Los visionarios científicos de EEUU y la URSS que iniciaron la carrera espacial

Von Braun y Korolev. Los pioneros de la carrera espacial De Estados Unidos y la Unión Soviética. El Magacín Historia.

¿Quién no ha tenido sueños de astronauta? Para toda una generación las series como Star Trek, La guerra de las galaxias o Superman invitan a imaginar cómo podría ser la vida si pudiéramos viajar libremente por otros planetas. Estos dos personajes debieron pensar algo parecido, pero con una diferencia: ellos se propusieron hacer realidad este sueño espacial. Lo que pasó fue que, cuando ese prodigio tecnológico empezaba a ser alcanzable, el mundo estaba en guerra y, por encima de ensoñaciones infantiles, se impuso la dura realidad de vencer al enemigo.

Los dos ingenieros nacieron en lugares que les obligaron a luchar en bandos opuestos. Si la humanidad hubiera tenido la posibilidad de hacerles colaborar, de formar equipo compartiendo sus conocimientos y sus ambiciones exploratorias, ¿hasta dónde habríamos llegado?

Ambos tenían rasgos de carácter extrañamente coincidentes. Aunque nunca pudieron conocerse en persona, los dos empezaron a interesarse por la aviación como si fuese un síntoma de su locura espacial. Sergei Pavlovich Koroliov había nacido en Zhytomyr, una capital de provincias de Ucrania poco importante. Cinco años después llegó al mundo Wernher von Braun en otra ciudad poco importante llamada Wyrzysk, a poco más de 1.000 kilómetros de distancia. Entonces, ese territorio pertenecía al Imperio alemán; ahora, queda dentro de Polonia.

“Al terminar la Segunda Guerra Mundial, los dos acabaron como prisioneros”

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, los dos acabaron como prisioneros. Von Braun, por colaborar con los nazis; Koroliov, por la traición de uno de sus colaboradores y el afán frenético de Stalin de purgar a los contrarrevolucionarios. Sin embargo, el mundo quedó dividido en dos bloques que resolvieron sus diferencias ideológicas tratando de seducir al resto de mundo con su superioridad científico tecnológica. En el momento en que se demostró que el espacio exterior era la nueva frontera y, a la vez, el nuevo campo de batalla, ambos fueron llamados a colaborar con los dos contendientes: Von Braun, para la Nasa; Koroliov, para el Ejército Rojo.

Von Braun y Adolf Hitler. El Magacín.

A partir de ese momento tuvieron que dar la mejor versión de cada uno, mostrando tanto capacidad técnica como dotes de liderazgo. El reto de adaptar los cohetes para fines militares, la necesidad de dotarles de más potencia y las dificultades de entrada y salida del campo magnético de la tierra, requerían la colaboración de científicos, técnicos y especialistas de diferentes materias. Este personal altamente cualificado solo podía trabajar en equipo si confiaba en un líder capaz de guiar sus esfuerzos hacia la consecución de un fin, una meta que exigiera lo mejor de todos ellos, aun a costa de cometer costosísimos errores para que, algún día, toda la especie humana nos pudiéramos sentir orgullosos de lo alcanzado por unos y otros.

El último de sus paralelismos se produjo en el momento de su temprana muerte (59 años Koroliov, 65 Von Braun), ambos de cáncer. El primero, en un oprobioso anonimato que duró tantos años como quisieron las autoridades soviéticas. El otro, con el reconocimiento público que se reserva a unos pocos escogidos.

LAS BIOGRAFÍAS DE AMBOS PERSONAJES

En el caso de Koroliov, destaca su solitaria infancia, en la que pronto despuntó como lector precoz, rasgo que le ayudó a sobreponerse a las penurias de la época. Pese a que fue sentenciado a 10 años de cárcel por Stalin, nunca le tuvo rencor; más bien le admiraba y le exculpaba de toda responsabilidad por su injusto caso. Este rasgo bien pudo deberse a la necesidad de reconciliarse con su padre (a quien creyó muerto cuando, en realidad, les había abandonado a él y a su madre por razones económicas).

En el trabajo era muy meticuloso y concienzudo con los detalles, llegando a aglutinar una gran cantidad de información para canalizarla en un proyecto viable. Tenía un gran carisma para lograr recursos ante los políticos. En palabras de Jrushchov: «podías ver su pasión ardiendo en sus ojos». Sin embargo, era cercano con los trabajadores de a pie, a los que visitaba con frecuencia para recompensar adecuadamente sus esfuerzos. Sabía escuchar todas las opiniones hasta forjarse la suya propia, siempre asumiendo toda la responsabilidad de los resultados, fueran buenos o malos. También desarrolló una faceta como divulgador, escribiendo con el seudónimo de «Profesor K. Sergeev» en programas de televisión y guiones de cine.

Fue enterrado en la muralla del Kremlin. Sin embargo, su tumba no destaca tanto como otras, por ejemplo, la de su mentor Andrei Tupolev (que pude visitar en el cementerio de Novodevichi).

El pionero aeronáutico ruso Korolev. El Magacín.

La infancia de Von Braun fue radicalmente distinta porque vino al mundo en una familia aristocrática que pronto le facilitó una educación relevante. Él también fue un lector precoz que con cuatro años podía leer, según su padre, un periódico de cabo a rabo. La relación con su madre fue especialmente estrecha, lo que probablemente tuvo que ver con el desarrollo de unas dotes de seductor que le acompañaron toda su vida.

Con 21 años manifestó su deseo de entrar en las SS, pero no ingresó hasta los 28. Esta faceta pone de manifiesto un lado oscuro de su pasado que ha sido convenientemente puesto en segundo término por las autoridades estadounidenses, aunque ¿quién está libre de veleidades nazis en la Alemania de Hitler? Alcanzó el grado de coronel y, probablemente, fue testigo de algunas atrocidades, como la explotación del trabajo esclavo. Fue director del Centro de cohetes de Peenemünde hasta el final de la guerra, donde logró lanzar las bombas V-1 y V-2, que a punto estuvieron de causar un vuelco en el resultado final.

Se entregó al ejército de Estados Unidos en mayo de 1945 y fue enviado a América como parte de la «Operación Paperclip». También desarrolló, como su homólogo soviético, una faceta de divulgador, colaborando como asesor técnico de Walt Disney en la serie de televisión Man in space. En 1955, se convirtió en ciudadano estadounidense y, en 1958, fue trasferido a la NASA, donde desarrolló el cohete más potente y fiable que se haya construido hasta la fecha: el Saturno V, con el que se pudo enviar y traer con vida a los primeros astronautas que pisaron la Luna. Obtuvo un amplio reconocimiento público y estuvo cerca de volar al espacio cuando, en 1968, participó con gran deleite en una prueba de gravedad cero.

Murió en Washington pocos meses después de jubilarse, en 1977. En su lápida hay una mención bíblica: «Los cielos pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos».

Von Braun pionero espacial de Estados Unidos. El Magacín.

La historia aún tiene que poner algunas cosas en su justo sitio. Pese a que los Estados Unidos se proclamaron ganadores de la carrera espacial, los soviéticos fueron los que se apuntaron los primeros tantos, como la puesta en órbita del Sputnik (el primer satélite espacial) y la salida del primer cosmonauta fuera del campo gravitacional (Yuri Gagarin).

Sus personalidades merecen nuestra atención porque, gracias al espíritu de estos dos soñadores, los pobladores de este planeta hemos tomado conciencia del espacio que realmente ocupamos en el universo y lo importante que es cuidar de nuestra casa común hasta que podamos abandonarla por otro proyecto de humanidad, en algún lejano lugar.

 

Que ambos descansen en paz

Un artículo de Alejandro Mora
Psicólogo y bloguero

Publicado en:

Von Braun y Korolev. Los visionarios científicos de EEUU y la URSS que iniciaron la carrera espacial

Von Braun y Korolev. Los visionarios científicos de EEUU y la URSS que iniciaron la carrera espacial

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