Con los primeros años sesenta se popularizó la compra de aparatos de televisión, casi todos los hogares españoles tenían uno –comprado a plazos- y por esa ventana las familias descubrían un mundo artístico que superaba a las estrellas de la radio como Antonio Molina, Pepe Blanco y Carmen Morell.
Conchita Velasco despuntó como actriz en varias películas, la más memorable fue “Las chicas de la Cruz Roja”. En esta canción hace una apología en favor de la liberación de la mujer, a los modos y maneras de la época. El término yeyé se extendía entre la juventud para diferenciar a los seguidores de los ritmos más modernos –provenientes de Europa y Estados Unidos- frente a los amantes de la música tradicional -flamenco, folclore, coplas…-. Una frase para recordar “Con el pelo alborotado y las medias de color…”, la lencería dejaba de ser negra o color carne, ahí lo dejo.
Los Bravos fueron uno de los primeros grupos españoles que consiguieron la fama tocando rock. Al frente estaba su carismático cantante Mike Kennedy –no se puede tener un apellido más anglófilo- que, sin embargo, había nacido en la derrotada Alemania de Hitler, justo un año antes de acabar la guerra. Yo siempre recordaré al guitarrista de las gafas de culo de vaso, Miguel Vicens, porque era como un icono para el resto de los españoles, bajito, con clase, resultón.
Y para terminar la reacción que vino del Sur, el gran Raphael, que ha sobrevivido artísticamente hasta nuestros días, aunque sus mejores canciones se quedaron en esa época. Adviértase de su puesta en escena: sobria, elegante, vocalización marcada -casi forzada- y unos gestos enérgicos pero expresivos, copiados de la tauromaquia “….Como yo nadie te amó”. Escenificando a un apasionado latin lover de los que vinieron después, en la siguiente oleada.
@Salenko1960, mayo 2019