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El discurso secreto de Jruschof

Jrushchov, Krushchev, Jrushchev o Krushchof son la misma persona, el apellido de este Secretario General del PCUS[i] se transcribe al castellano con dificultad, por eso lo podemos ver escrito de las cuatro formas anteriores siendo la clave el método de transliteración que empleemos –del alfabeto cirílico al latino-. Nikita Serguéievich Jruschof (en ruso: Ники́та Серге́евич Хрущёв) fue secretario general entre el año 53 y el 64 del siglo pasado.

Su exposición a puerta cerrada (en el XX Congreso del Comité Central del PCUS) de este discurso causó un gran impacto dentro y fuera de los países socialistas, porque era la primera vez que el mandatario más importante ejercía una crítica durísima frente a la actuación de un mandatario anterior (Josif Stalin), constituyendo un ejercicio de autocrítica sobre la forma en que se debía liderar la vía hacia el socialismo desde la autoridad estatal. Dicho en otras palabras, Jrushchov respondía a las siguientes inquietudes para inspirav a los asistentes, ¿cuál es el papel del Estado frente a la disidencia ideológica? ¿existe alguna forma de realizar autocrítica sin salir de la ortodoxia comunista? Y aún más ¿qué suerte deben correr los disidentes cuando exponen abiertamente sus puntos de vista? ¿es el camino hacia el socialismo un debate público y abierto o es mejor que lo decida un solo hombre?.

Se puede acceder al texto completo en internet, entrando en páginas vinculadas al movimiento comunista (https://www.marxists.org/espanol/khrushchev/1956/febrero25.htm) o, como en mi caso,  a través del texto facilitado por el Departamento de Estado norteamericano del 4 de junio de 1956 y publicado en el libro “Kruschef recuerda”[ii]. Esta difusión de un texto comunista con fondos públicos norteamericanos –en mitad de la Guerra Fría- da idea del impacto que debió tener el contenido de este discurso, lo que pretendo exponer en esta entrada de blog es las razones por las que adquirió importancia este texto y si tiene alguna repercusión en nuestros días, ahora que empieza el año 2020 con sonido de tambores de guerra en la Región del Ásia Occidental[iii].

Una de las dificultades de extractar este texto es su extensión (56 páginas),  Jrushchov dedica sus primeras palabras  a desautorizar al fallecido Stalin por su obsesión a instaurar un culto a su personalidad que contrastaba enormemente con los hechos históricos. Jrushchov lo sabía de primera mano porque había sido uno de sus más cercanos colaboradores y no le faltaban argumentos para ejemplificar esta obsesión que caracterizaba al líder georgiano.

Para reforzar la autoridad de sus argumentos, el entonces Secretario General recurre a Vladimir Illich Lenin, una incontestable figura del comunismo soviético, incontestable en aquel momento por las autoridades estatales soviéticas, hasta el punto en que ya se declaraba la doctrina marxista-leninista como la guía oficial del Estado soviético.

Jrushchov advierte al XX Congreso de los daños ocasionados por el culto a la personalidad de Stalin, lo contrapone a la manera de dirigir el propio Lenin y habla abiertamente de “violación del principio de la dirección colectiva”, “intervención del pueblo como creador de la Historia”, “la misión rectora y organizadora del partido” y “el papel del Comité Central”. Concluye esta parte con la convicción de Lenin a la hora de diferenciar entre los conceptos de héroe y muchedumbre como extraños al marxismo.

Posteriormente hace hincapié en que Lenin ya conocía la inclinación de Stalin a abusar del poder, mencionando la carta de Nadezhda Konstantinovna a Kamenev y otra del propio Lenin a Stalin pidiéndole que se retracte de sus insultos y amenazas soeces que había proferido hacia su compañera. Se pone de manifiesto la doble postura que manejaba Stalin, una de cara al partido y otra a la hora de conseguir sus propósitos. Las cuestiones personales, se hacen públicas para ilustrar la hipocresía del georgiano.

En el siguiente apartado Jrushchov desmenuza la forma en que se gestionó la batalla contra los partidarios de Trotski. Se refiere a la contienda ideológico-política que se desató en el interior del Partido, el papel de Stalin que, en un primer momento califica como claramente positivo. Los beneficios derivados de haber vencido con argumentos a los trotskistas y de los cambios que se produjeron posteriormente en el tejido productivo, evitando la restauración del capitalismo. Califica estas propuestas de Trotski como «desviacionismo derechista». Concluye señalando que, cuando los oponentes ideológicos habían sido derrotados, es cuando Stalin inicia la represión violenta (desde 1935 hasta 1938). Se acuña el concepto de «enemigo del pueblo», se procesa a los rivales con los elementos de represión del aparato gubernamental, las únicas pruebas de culpabilidad son las «confesiones» obtenidas mediante presiones físicas ejercidas sobre los individuos.

Para destacar la mala fe de Stalin, indica que muchos enemigos del Partido habían sido compañeros de Lenin, lo que apunta a una suerte de depuración interna para erradicar el legado del padre fundador del partido bolchevique. El georgiano relega al olvido el método leninista de convencer y educar.

Como soporte de estas afirmaciones, recuerda algunos casos conocidos por la mayoría de su auditorio, el de Kamenev y Zinoviev, el de S.M. Kirov, el camarada Eikhe -que envió una declaración a Stalin diciendo que «No existe una desdicha más amarga que la de estar encerrado en las cárceles de un Gobierno por el que he luchado toda mi vida»-. La exposición de este caso generó una respuesta de indignación en la sala, Jrushchov informó de que este camarada, fusilado por Stalin, había sido rehabilitado a título póstumo.

Tras estas pormenorizadas exposiciones del Secretario General, la sala ya había dado muestras de incertidumbre e inquietud, favorables al cambio de criterio que se les avecinaba.

Lo siguiente que hizo Jrushchov fue revisar el papel de Stalin durante la gran guerra patriótica (así se conocía en la URSS la II Guerra Mundial). Señaló que el georgiano logró una gran acumulación de poder tras haber aplicado una política de purgas y persecuciones indiscriminadas.

Incide en las señales previas que Stalin desatendió para justificar su trágica alianza con Hitler. En concreto recordó el afán de Hitler por liquidar el comunismo en Alemania desde el momento en que ocupó el poder. El aviso personal que le envió Chuchill sobre las intenciones del ejército alemán que estaba reagrupando fuerzas con la idea de atacar Rusia. Pese a lo cual, el georgiano dejó de tomar las medidas para preparar la defensa del país y evitar ser cogidos por sorpresa. El resultado fue que muchas regiones resultaron totalmente indefendibles ante el avance nazi debido a que las armas viejas habían sido retiradas sin haber habilitado aún las nuevas.

El estado de estupefacción de Stalin ante el imparable avance alemán en los primeros días de la operación Barbarroja[iv], es un hecho histórico constatado por varias fuentes. Jrushchov aporta su propia experiencia personal para acreditar este episodio que fue contundentemente refutado por las fuentes oficiales del momento, para silenciar esta «realidad incómoda» que oscurecía las dotes de liderazgo del Mariscal Stalin. El Secretario General refiere una llamada telefónica que realizó al Generalísimo para resolver la situación en el frente de Ucrania, Malenkov le indica que Stalin ya ha estudiado la situación y que no piensa ponerse al teléfono (pese a encontrarse a unos pocos pasos), el resultado fue la pérdida de cientos de miles de soldados del Ejército Rojo. Pese a lo cual la propaganda se encarga de propagar la imagen de un Stalin dotado de un genio militar inalcanzable, tomando decisiones en una sala con sillones vacíos donde se ignora el papel alto mando militar, del Buró político y del Gobierno.

Para Jruschof la realidad fue muy distinta, expone:”…los que aseguraron la victoria en la guerra patriótica fueron, en lugar de Stalin, el Partido como un todo, el Gobierno soviético, nuestro ejército heroico, sus jefes inspirados y sus valientes soldados, la nación soviética entera.” La sala reacciona con calurosos y prolongados aplausos.

Jruschov, pese a notar que el ambiente le era favorable –a juzgar por las reacciones de los asistentes- incide en un asunto que considera aún más grave, la deportación en masa de naciones enteras. Menciona los casos de los pueblos Karachai, Chechen e Inguch, trasladados a lugares muy alejados de sus territorios originales por una oscura sospecha de colaboración con los invasores. Expone que se planteó incluso la deportación de los ucranianos pero que se descartó esa posibilidad porque no se encontró un territorio lo suficientemente grande. A continuación incide en la manía persecutoria del georgiano, oportunamente aprovechada por Beria (responsable del KGB y recientemente ejecutado). El conflicto con Yugoslavia es otro ejemplo de la paranoia del dictador rojo, que sólo acabó cuando el asunto del Complot de los médicos le llevó a dispensarle de una atención adecuada -cuando el generalísimo fue víctima de un ataque- lo que, a la postre, le ocasionaría la muerte. (606)

Para señalar los daños ocasionados al Partido y, en definitiva, a la causa bolchevique, recuerda que el fallecido gobernó la nación con decisiones personales que evitaban el debate colectivo, las reuniones del Buró Político solamente tenían lugar muy de cuando en cuando y creando comisiones a su conveniencia.

Concluye Jruschof proponiendo que nada de lo expuesto anteriormente debe traspasar los confines del partido. De este modo justifica que el asunto sea tratado en una sesión secreta del que permita confesar las limitaciones del sistema pero evitando regalar municiones al enemigo. Hace un llamamiento para que regrese la práctica sincera de la doctrina marxista leninista, dando protagonismo al pueblo como creador de la historia e impulsando la victoria del comunismo. Justifica la necesidad de preparar un buen libro de texto sobre la historia del partido.

A la luz de los acontecimientos posteriores, la práctica de la autocrítica no fue integrada en el PCUS, pese a lo cual Jruschof padeció un golpe de Estado que le apartó del poder. En el ámbito de la política exterior debilitó muchísimo las relaciones con otros partidos comunistas (especialmente los de la Europa occidental, impulsando distintas vías hacia el socialismo, lo que terminó por acuñar el concepto de “eurocomunismo” en los años 70), con la Yugoslavia de Tito y con la China de Mao. Pese a lo cual, hay que reconocer que fue la única autocrítica oficial que se dio a la dictadura estalinista.


[i] Partido Comunista de la Unión Soviética

[ii] Edit. Prensa española, Madrid, 1970.

[iii] Una de las zonas geopolíticas en las que divide el mundo la Organización de Naciones Unidas (ONU) https://es.wikipedia.org/wiki/Asia_Occidental

[iv] Nombre que dio Hitler a la ofensiva contra la URSS en la 2ªGuerra Mundial

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Música

LA MÚSICA DE ÉRASE UNA VEZ EN HOLLYWOOD Y LA GUERRA FRÍA

A raíz del estreno de la última película de Tarantino, conviene recordar la música de los años 70 porque este director es un excelente seleccionador de temas y un melómano que hace encaje de bolillos entre las músicas y la acción de sus películas.

La primera es un tema del conjunto español “Los Bravos” del que ya hemos hablado en este blog, es una canción que encaja perfectamente con la vida vacía de los grandes de Hollywood, personas con mucho dinero pero una vida vacía de significado, por eso la letra sugiere “lleva un poquito de amor” (Bring a Little loving).

La segunda es un tema de Deep Purple, un grupo que no me dejó mucha huella en mi juventud pero reconozco que, al escuchar esta canción mientras disfrutaba de la película, mis pies no paraban de moverse…

La tercera es de uno de los grandes grupos de mi colección de cintas cassette, Simon and Garfunkel. Tendré que hablar más extensamente de ellos, este tema de la película Mrs. Robinson refleja ese sonido que gustaba por igual a los chicos y las chicas de los 70 y los 80. Una música muy bien compuesta y unas letras profundas (aunque no todos las entendíamos por completo) que facilitaban el acercamiento al sexo opuesto.

La relación con la Guerra Fría es anecdótica, una mención a Nixon por aquí, la guerra de Vietnam por allá, los hippies por todas partes…Si me preguntáis por la película, os diré que me ha gustado mucho, menos el final.

@Salenko1960 agosto 2019

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Películas

Zhivago y la apertura de Krushchev

Es poco conocida la tradición cultural soviética. En España, además, este conocimiento se vio agravado por la censura franquista, que negaba cualquier producto destacable que proviniese del otro lado del “telón de acero”. Sin embargo, el Régimen se prestó a facilitar el rodaje en los montes de Soria de la película “Doctor Zhivago”, tal vez por el carisma que desprendía su productor Carlo Ponti o por el reconocimiento internacional que se derivaba de unos visitantes (los actores de Hollywood) que generarían muchas portadas en las revistas de actualidad de la época.

Lo cierto es que el autor de esta historia, Boris Pasternak (posteriormente reconocido con el premio Nobel de literatura), aprovechó un momento de apertura del régimen soviético (producido tras el ascenso al poder de Nikita Krushchev) para contar esta historia, centrada en las experiencias de unos personajes que vivieron la transición entre el zarismo y el comunismo.  Aunque el manuscrito fue censurado por las autoridades soviéticas, el autor ya había contactado con un comunista italiano (Giangiacomo Feltrinelli) que, desde Italia, publicó su novela. El interés suscitado por la misma motivó a versionarla a cargo del director de cine David Lean.

En el amplio reparto destaca el papel de Yuri A. Zhivago (Omar Sharif), poeta y médico, al que esos momentos convulsos le juegan alguna que otra mala pasada. Su corazón se reparte entre Tonya Gromeko (Geraldine Chaplin) y Lara Antipova (Julie Christie). Este representante de la Intelligentsia (clase privilegiada de artistas y profesionales con estudios superiores) no es un comunista convencido, pero los acontecimientos de su país le superan ampliamente. Su mala suerte le lleva a reencontrarse con el amor de su vida, al verla pasar desde el otro lado del cristal de un tranvía urbano. Su ansia por detenerla y retomar el ansiado romance le lleva a sufrir un infarto que acabará con su vida sin que ella llegue a darse cuenta.

Otro de los personajes que vive una profunda trasformación es el de Yevgraf A. Zhivago (Alec Guinness), su hermanastro. Este Teniente General del ejército rojo pasa por los horrores zaristas hasta convertirse en un revolucionario convencido.  Este personaje realiza el papel de narrador de la historia de amor entre Yuri y Lara, aunque en la versión escrita no era así. El propio Yevgraf cuenta el final de Lara, “muerta o desaparecida en algún lugar…” con lo que se refiere a la gran purga de Stalin.

La versión de 2002 es más fiel al texto de Pasternak pero carece, a mi juicio,  de la fuerza dramática de la versión de 1965.

En realidad, esta apertura del régimen soviético dio alas a muchos artistas y escritores para superar los miedos del estalinismo y convertirse en la voz crítica del pueblo, sin abandonar los principios del socialismo. Fue un momento de esplendor que culminó con la invasión de Checoslovaquia. Los cánones del realismo socialista adoptados por los artistas más leales al comunismo, fueron rebasados por los más vanguardistas elementos de la Intelligentsia, que miraban al exterior del área de influencia soviética para encontrar su inspiración.

La celebración del encuentro de la juventud en Moscú (1957) fue un momento en el que las juventudes del Komsomol tuvieron ocasión de contactar con visitantes venidos del resto del mundo, aportando su forma de vestir, su música y sus sueños de libertad. Mientras tanto, algunos recalcitrantes que culpaban a Krushchev de la pérdida de influencia soviética por haber criticado a Stalin trazaban planes para recuperar un papel decisivo para la URSS en el plano internacional, como le correspondía por ser una potencia militar con armas nucleares.

@salenko1960

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El inicio de la GF

Tras una guerra que había consumido los recursos de las potencias enfrentadas, parece razonable conocer cómo y por qué se desembocó en una guerra no declarada que terminó por colapsar a una de las dos grandes superpotencias vencedoras. ¿Cuándo se dieron cuenta los soviéticos de que terminarían en guerra con el mundo capitalista? ¿Cuándo los norteamericanos dejaron de confiar en su aliado comunista?

Los acuerdos de Yalta y Potsdam dejaron definidos unos espacios geográficos en los que se aceptó que, para garantizar la seguridad del estado soviético, se daría prioridad a la URSS para influir en los acontecimientos políticos de esos estados europeos y asiáticos. Lo llamaron el área de influencia soviética.

Tras finalizar el conflicto, el mapa de Europa mostraba signos de confrontación en ciertas áreas de los Balcanes, Oriente Medio y Manchuria. El desgaste sufrido por el Imperio Británico dio paso a un proceso de descolonización que pronto dejaría de estar controlado por la corona. En ese momento los Estados Unidos no aspiraban a ocupar ni una sola hectárea de terreno fuera de sus fronteras, pero se daban cuenta de que los recursos y la influencia geopolítica estaban relacionados con su actividad comercial. Poco a poco se fueron concienciando de que debían abandonar su tradicional aislacionismo y propiciar un modelo de relaciones internacionales que favoreciese el intercambio pacífico entre todos los estados.

En esos primeros meses de postguerra, Stalin sabía que la situación geopolítica era poco tranquilizadora para la URSS. Dio órdenes de acelerar las investigaciones para dotarse de una bomba atómica y el 9 de febrero de 1946 anunció, en un patriótico discurso en el teatro Bolshói, que la expansión del comunismo justificaba nuevos sacrificios  y que el movimiento revolucionario tendría que volverse a enfrentar a los intereses del capitalismo y del imperialismo, lo que suponía una sentencia de muerte para la gran Coalición.

Cuando el gobierno norteamericano pidió explicaciones a su embajada en Moscú acerca del motivo por el que los soviéticos rechazaban incorporarse a las instituciones financieras que se habían creado en el nuevo marco de cooperación generado por las recién creadas Naciones Unidas, la respuesta del diplomático George Kennan, conocida como “Telegrama largo”, les recordó que la URSS siempre había sido una potencia revolucionaria enfrentada contra los estados burgueses, poco sensible a los razonamientos lógicos y muy respetuosa con las posiciones respaldadas con ayuda de la fuerza.

Poco después se produjo el discurso de Churchill en Fulton (Misuri), invitado personalmente por el presidente Truman cuando ya había pasado a la oposición en el Reino Unido. Algunos de sus pasajes fueron considerados belicistas por el gobierno de Stalin y comparados con la actitud de Hitler. En esencia, Churchill denunció la situación europea tras los primeros meses de ocupación soviética en países como Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumanía, además de las repúblicas bajo control soviético. Al denunciar la forma en que se estaba impidiendo el desarrollo de la democracia en estos países (que cayeron bajo la esfera de influencia soviética), alertó a la sociedad norteamericana de que se preparasen para la confrontación.

Hay que tener en cuenta de que, tras el final de la II Guerra Mundial, los aliados se encontraron con una situación interna radicalmente distinta. Mientras en Estados Unidos, la economía se adaptó fácilmente a una nueva realidad en la que el consumo interno pasaría a sostener la actividad productiva y facilitaría la recolocación de los ciudadanos desmovilizados; en Gran Bretaña se había votado un cambio radical en la forma de gobernar: cuando Churchill ofrecía mantener el imperio británico para consolidar su modelo de civilización cristiana, Clement Attlee le superaba en las urnas con un discurso que prometía a los británicos ocuparse de las mejoras en sus condiciones de vida. Pese a ello, no pudo evitar que la posguerra fuese más dura que la propia guerra, en términos de desabastecimiento, ni que volviesen las cartillas de racionamiento, justificadas en parte porque había que atender a los compromisos británicos en el continente europeo.

La reacción de la Unión Soviética puede considerarse desproporcionada. Stalin volvió a recuperar los valores imperiales y dejó en segundo término las preocupaciones de la ciudadanía para garantizar el asunto de la seguridad nacional. Internamente, volvieron las purgas en el partido y en el ejército, dejando claro que una actuación heroica en el campo de batalla no garantizaba la impunidad por acercar posturas ante las posiciones del bando angloamericano. Externamente, se dijo que esto hacía viable el espacio de influencia soviética.

La situación en Irán, ocupado por fuerzas soviéticas y británicas, la relacionó con antiguas aspiraciones territoriales de las repúblicas soviéticas colindantes (Armenia, Georgia y Azerbaiyán). Pretendió presionar a Turquía e Irán para acercarlas a los posicionamientos de la URSS y solo desistió de este propósito cuando Truman envió al acorazado Missouri a la zona de los estrechos turcos y cuando Naciones Unidas rechazó ampliar el plazo para la acordada retirada del ejército rojo del territorio iraní.

Se había puesto de manifiesto que las diferencias ideológicas entre el comunismo y el modelo angloamericano (que no capitalismo), justificaba un enfrentamiento por la supremacía universal. La dictadura del proletariado entraba en una guerra no declarada contra la democracia representativa. Ninguno de los dos contendientes deseaba ser considerado como el iniciador de las hostilidades, pero las víctimas y los muertos de esta contienda se fueron sucediendo en diferentes escenarios del mundo entero hasta que, en 1991, se desintegró la Unión Soviética.

@salenko1960

 

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Películas

Uno, dos, tres


Se trata de una comedia del exitoso Billy Wilder rodada en blanco y negro con el escenario del Berlín dividido entre el este y el oeste justo antes de que se levantara el muro. La comedia tiene un ritmo trepidante y las historias se van entrecruzando a medida que el guión pone de manifiesto una enmarañada urdimbre llena de engaños y falsas interpretaciones, que el espectador puede seguir sin sentirse demasiado confundido por las apariencias.
El papel protagonista está representado por «Mac» MacNamara (James Cagney), un ambicioso ejecutivo de la multinacional Coca Cola que aspira a ser el representante máximo de la compañía en Europa, para lo cual negocia la introducción del famoso refresco en los dominios de la Unión Soviética. Su forma de dirigir el negocio es lo que da título a la película, dado que siempre está realizando listas de tareas que dicta a sus esforzados colaboradores: “uno, dos, tres, …”.

Los engaños se suceden a medida que van apareciendo nuevos personajes, desembocando en una escena, en la sala de reuniones de Coca Cola-Berlín, donde se disfraza a un convencido comunista en un prometedor ingeniero capitalista proveniente de familia aristocrática, convirtiéndolo en el candidato ideal para emparentarse con la aventurera hija del presidente de la compañía.
Finalmente, el engaño va mucho más allá de las pretensiones del protagonista y, en vez de ascender al puesto ambicionado, se tendrá que conformar con un puesto más acorde con las expectativas de su esposa, con lo cual salva su matrimonio (el máximo puesto europeo le será ofrecido al yerno transformado, que tan buena impresión ha causado al presidente). Es el primer ejemplo cinematográfico que conozco del principio de Peter, una obra de gran repercusión en los años 70 que describe lo que pasa con los ejecutivos de una gran corporación cuando llegan a su nivel de incompetencia: en este caso, le premian con lo que Peter definió como un “arabesco lateral”.

La lista incompleta de engaños que se tratan en la película alcanza los siguientes tópicos: los nazis democratizados, las clases de alemán con la secretaria, el trato con los rusos, la falsa Coca Cola, el ansiado ascenso malogrado por la mala suerte, la hija virtuosa que viaja por Europa, la falsa denuncia del comunista, el marido reconvertido a capitalista, la denuncia entre los antiguos compañeros soviéticos, el engaño al mandamás de Coca Cola, etcétera, etcétera.

@salenko1960