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La Guerra Fría 1975-1985

De nuevo con los amigos de Antena Historia, grabamos una década más de historia de la Guerra fría. Los temas tocados fueron:

-Los perfiles psicológicos de los protagonistas

-El agotamiento de la URSS

-Afganistán, la guerra trampa de la URSS

-La salida de la vieja guardia soviética

-Conferencias de Seguridad y Derechos Humanos

-Irán y la llegada de los ayatolas

-Nicaragua y la revolución sandinista

-El sindicato polaco Solidaridad

-Terrorismo internacional

-Funerales de estado en la GF, el fin de una época

Casi 4 horas de grabación para que disfrutéis de este apasionante periodo que explica un buen número de acontecimientos de la actualidad.

https://antenahistoria.com/

@salenko1960 enero 2022

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Líderes

Margaret Thatcher y los sindicatos politizados

Maggie, si se me permite el término familiar, fue la primera mujer que alcanzó el puesto de primera ministra en la historia de Gran Bretaña. Su papel en la Guerra Fría todavía se discute, así que me permitiré alguna licencia a la hora de valorar su papel.

En este primer artículo sobre su persona, me centraré en la manera decidida con la que se enfrentó al poder sindical y acabó derrotándolo tras una dura Huelga General. Basándome en sus convicciones manifestadas a través de su autobiografía “Los años de Downing Street”, haré hincapié en su pensamiento político, porque considero que jugó un papel destacado en el colapso de la URSS.  

Su perfil psicológico queda para otro artículo porque me falta aún algo de información para su cierre. Por otro lado, al ser el segundo personaje británico del que me ocuparé, me parece un poco abusivo –podría parecer que fueron los británicos los vencedores de la Guerra Fría, lo cual me parece un poco temerario-.

El enfoque con el que abordó la reducción de “privilegios” de los sindicatos fue la cuestión de la productividad de la industria británica. En comparación con los grandes países de la Comunidad Europea, CEE, este asunto se había convertido en un motivo de preocupación desde el final de la Segunda Guerra Mundial, porque afectaba al orgullo patriótico de los británicos, no se encontraba una explicación satisfactoria para justificar que, por ejemplo, los vehículos de automoción alemanes y franceses fueran más vendidos que los de factura británica. Para Maggie la influencia de los sindicatos había sido nefasta por torpedear los intentos de mejorar los sistemas de producción en la industria automotriz y el resultado de ello fue que las marcas británicas habían caído en el desprestigio, para la mayoría de los consumidores europeos.

Dentro de su enfoque, la piedra angular era la idea de que el nivel salarial debía estar determinado por las posibilidades económicas del negocio, dependiendo de su productividad y de sus ganancias. Combatió la politización sindical a sabiendas de que sus convicciones en favor del libre comercio eran del agrado de la mayoría de sus votantes. Estaba convencida de que los afiliados sindicales tenían una opinión muy distinta a la de sus dirigentes, por consiguiente, ellos mismos pondrían a raya a los extremistas y apparatchiks sindicales como Arthur Scargill, líder de la Unión Nacional de Mineros (NUM).

Los conservadores ampliaron la Ley de Conflictos Laborales para reducir las modalidades de presión sindical en caso de huelga y garantizar el derecho a trabajar de quienes no desean sucumbir a las acciones de los “piquetes”. Otras líneas de acción fueron,

-Restringir las inmunidades y terminar con los monopolios por medio de la competitividad,

-Intervenir en los stocks de acero de las empresas afectadas por la huelga, para garantizar el suministro,

-Obligar a los directivos de las empresas públicas a que no autorizasen subidas salariales que ocasionaran un desequilibrio financiero,

-Combatir políticamente la propaganda sindical-laborista, apelando a la conciencia ciudadana y a la de aquellos trabajadores descontentos con la huelga.

Con todo ello logró impulsar una votación interna que deslegitimó a los líderes sindicales con lo que la opinión pública se convenció de que la guerra la había ganado el Gobierno. Lo cierto es que, tras casi un año de conflicto laboral, el 3 de marzo de 1985, se dio la huelga por concluida. Como resultado, Maggie pudo poner en práctica todo su programa de reformas económicas; lo que recibió el nombre de Thatcherismo económico. Basado en la reducción de impuestos, la desregulación del sistema financiero, la flexibilidad laboral y el impulso del capitalismo popular (muchos inquilinos británicos se convirtieron en propietarios de sus residencias de alquiler).

Su apoyo a Mihail Gorbachov propició las reformas en la URSS y llegó a proclamar que el sistema soviético no funcionaba y que Gorbachov se había dado cuenta. Un gran bagaje para una mujer pionera en muchos sentidos.

@salenko1960  Julio 2021

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Comienza la Guerra Fría (podcast)

Mis amigos de Antena Historia han publicado el primer podcast dedicado a los primeros diez años de Guerra Fría. Tocamos los siguientes temas:

  1. Introducción: el inicio de la Guerra Fría.

1.1 Las consecuencias de la paz y las discrepancias ideológicas de los aliados.

1.2  El  nuevo “tablero” de juego europeo:

– El proceso de desnazificación.

– El Plan Marshall (1947-1951).

– El bloqueo de Berlín (1948-1949).

– La creación de los bloques: OTAN (1949) versus Pacto de Varsovia (1955).

– La diplomacia nuclear: el factor de la “bomba atómica” en las relaciones internacionales.

– La generación del Baby Boom (1946-1964).

 

  1. Liderazgo durante la primera década de la Guerra Fría.

2.1 Iosif Stalin (URSS).

2.2 Harry S. Truman (USA).

2.3 Winston Churchill (GB).

2.4 Nikita Jrushchov/Kruschev (URSS).

2.5 Dwight D. Eisenhower (USA).

 

  1. Una nueva cultura se abre camino: música en los años 40 y 50

3.1 Bloque soviético:

-Klavdiya Ivanovna Shulgenko: “Cielito Lindo”/“Chelita” (1949).

-Rashid Majid oglu Beybutov; “Servidores Duet y criadas (1948).

– Vladimir Aleksandrovich Nechaev: “Es bueno ser joven” (1956).

3.2 Bloque occidental:

– Frank Sinatra: “Begin the Beguine” (1946).

– Glen Miller y Benny Goodman: las grandes orquestas.

– Apogeo mundial del Jazz, a partir de la década de 1950.

– Nacimiento del Rock and Roll (Elvis Presley, Bill Halley).

– La música en España: Lola Flores (“la Zarzamora”) y Antonio Machín (“Yo te diré”) (1946)

Aquí os dejo el enlace. ¡Que lo disfrutéis!

Enlace…

https://antenahistoria.wordpress.com/2018/07/20/ah-49-comienza-la-guerra-fria/

@Salenko1960             Julio 2018

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Tercera singladura, Brezhnev – Nixon 1969 1974

SITUACIÓN PREVIA

En el año 68, la situación en la URSS se había consolidado tras el golpe que derrocó a Jrushchov, en EEUU se presentaba a las elecciones presidenciales un viejo conocido del partido republicano, nuestro protagonista Richard Nixon. Mientras que en Europa se producen las manifestaciones de descontento obrero-estudiantil conocidas como “el mayo del 68”, su correlato en la zona oriental se convierte en un frente por el pluralismo que busca abrir una brecha que permita la libre expresión de ideas rompiendo el monolitismo del partido único, hasta que Brezhnev acabe manu militari con este movimiento.

En China, tras la debacle de la revolución cultural de 1966, se empieza a forjar un sentimiento antisoviético que se ve respaldado por la actuación de Brezhnev en Checoslovaquia y su justificación moral “cuando hay fuerzas que son hostiles al socialismo y tratan de cambiar el desarrollo de algún país socialista hacia el capitalismo, se convierten, no sólo en un problema del país concerniente, sino en un problema común que concierne a todos los países comunistas”. Uno de los clientes soviéticos en Asia es Vietnam, donde la guerra se ha intensificado sin que se produzca un avance reconocible de las fuerzas norteamericanas.

Al contrario, la población estadounidense se manifiesta en contra de esta guerra que expone al sufrimiento y a la muerte a la población más joven y de clase humilde. Nixon promete en campaña acabar con ella. Otro asunto interno era el desarrollo de los derechos civiles que habían sido otorgados por el presidente Johnson pero que no significaron el final de los asesinatos ni de los disturbios, fueron años de agitación social que movilizaron a los votantes republicanos.

En la carrera espacial, EEUU toma la delantera con el proyecto Apollo, mientras que en la URSSS fallece en 1966 el ingeniero jefe de su proyecto espacial, Serguéi Koroliov. Desde ese momento se suceden los fracasos misilísticos más significativos, lo que no impide que el régimen soviético alcance la paridad en armamento nuclear con los EEUU.

EL PERFIL DE BREZHNEV

De orígenes humildes, Leónidas Brezhnev accede al poder con 57 años, es el primer comandante en jefe educado en parte dentro del comunismo. Se le considera un estalinista, aunque no continuó fidedignamente con la política de Stalin porque las circunstancias eran distintas. Le toca vivir la Gran Guerra Patria como oficial porque se mantuvo fiel al ideario del partido, la guerra le trasforma profundamente pero no acaba con su carácter jovial y entusiasta. De su padre asume los males del fascismo, convirtiendo un dicho suyo en un asunto recurrente para su desempeño político, lo llamaron “el sermón de la montaña”.

Cuando fue nombrado Secretario General casi nadie esperaba mucho de él, tan solo que acabase con las incongruencias de su antecesor. Buscó una asociación de conveniencia y la encontró en las figuras de Andrei Gromiko (Ministro de Exteriores) y de Yuri Andropov (Director del KGB). Como línea estratégica, se propuso evitar la guerra con EEUU a toda costa y buscar el reconocimiento internacional.

Los tiempos en los que la dirección autoritaria era inevitable dentro de un sistema rígido habían pasado, dentro del Politburó (nombre con el que se volvió a nombrar el máximo órgano de gobierno en la URSS) cabían distintas posturas. Una de ellas era la de los militares radicalizados, partidarios de una confrontación directa con el Capitalismo y con los más moderados. Las discusiones eran “a cara de perro” y el papel del líder era más propio de un apaciguador que de un dictador. Ese papel le encajaba perfectamente a Brezhnev porque detestaba los enfrentamientos y los extremismos.

Durante la crisis de Checoslovaquia en 1968, se vio un Brezhnev muy inseguro, con temblor en las manos. De esa época se deriva su afición a tomar tranquilizantes, lo que acabaría siendo un hábito devastador para su salud.

Para promocionar su imagen en el exterior, cultivó una provechosa relación con Willy Brandt (Canciller de la RFA) y acabaron siendo amigos, hasta el punto de celebrar la caída de Walter Ulbricht al frente de la RDA. Acabaron firmando un pacto de no agresión y propiciaron un acuerdo de colaboración entre las dos Alemanias.

En relación con los EEUU, apoyó la retirada de Vietnam y trató con mucha deferencia al consejero de seguridad nacional Henry Kissinger, lo que favoreció la distensión entre las dos superpotencias. Mientras que en política interna se mantuvo siempre como un obstinado antirreformista. En su relación con Nixon, hubo un alto grado de entendimiento debido a que Brezhnev se encontraba en plena forma y mostró todas sus habilidades como negociador. Las personalidades de ambos acabarían coincidiendo progresivamente.

Como líder, tomó conciencia de sus limitaciones y compensó su inseguridad con su proyecto de distensión, lo que le llevó a lograr un apoyo abrumador en el pleno de abril de 1973. Podemos considerar que Brezhnev fue un paso necesario para la transición a Gorbachov.

EL PERFIL DE NIXON

Richard Nixon provenía de una familia humilde y muy religiosa de California, era el segundo hijo varón, pero su hermano murió debido a una enfermedad pulmonar. Desde pequeño aprendió el valor del esfuerzo y el sacrificio y destacó por su gran tesón en los estudios. Tuvo que conformarse con estudiar Derecho en una universidad modesta, aunque, si hubiese tenido dinero suficiente, podría haber entrado en Harvard. Esta característica de tener que competir con hijos de papá a los que se les abren todas las puertas, le acompañaría en buena parte de su carrera política.

Su carácter competitivo le llevó a jugar al fútbol americano, pese a que no disponía de un gran físico, compensaba su escasa potencia con una tenacidad a prueba de bombas. Otro aspecto determinante para su carrera es que se alistó en la Armada durante la segunda guerra mundial, para disgusto de su madre, quien, como cuáquera que era, hubiese preferido que mantuviera el pacifismo propio de su religión. Allí aprendió a jugar al póker y destacó por su capacidad de jugar de farol.

En cuanto se le propuso entrar en política, puso de manifiesto que sabía cómo ganar a sus oponentes, manteniéndose centrado en la campaña y mostrándose despiadado en los debates. Destacó por ser un anticomunista convencido, logrando arruinar la carrera de algunos de los que se cruzaron en su camino, incluso deformando la verdad, lo que le hizo merecedor del apodo de Tricky Dick (Richard el tramposo).

Sus carencias a la hora de fomentar unas relaciones sociales saludables le llevaron a no mostrar fácilmente confianza hacia los demás. Desde joven le había costado hacer amigos, aunque siempre fue admirado por su espíritu ganador, pero, cuando desafió a la prensa liberal, todos sus logros se vieron minusvalorados por sus debilidades morales y su tendencia a no ser completamente honesto. Aunque el juicio histórico no resulta favorable para Nixon, dado que fue un presidente que tuvo que dimitir por su mala praxis en el caso Watergate, lo cierto es que hizo cosas muy valiosas para América y para asegurar la paz mundial.

ACONTECIMIENTOS

Pese a que Nixon tenía un pasado claramente anticomunista, en política prefirió ser pragmático. Aprovechó el acercamiento con la URSS para evitar el riesgo de un conflicto directo y para racionalizar el gasto militar que acarreaba la carrera de armamentos y el costosísimo conflicto de Vietnam. Este periodo de acercamiento entre los dos contendientes fue bautizado como “distensión” (detente en francés).

Para acabar con esta guerra, Nixon nombró Consejero de Seguridad Nacional al profesor de Harvard Henry Kissinger. La crítica de éste a la manera en que las anteriores administraciones habían gestionado el asunto de Vietnam le llevó a proponer una compleja solución a tres bandas. Por un lado, había que involucrarse con los chinos para debilitar las vías de suministro del Vietcong, para ello era mejor impulsar las vías diplomáticas. Por otro lado, aprovechar el contexto geopolítico que se creaba con la distensión para acercarse a los soviéticos, debilitar la postura intransigente de los nordvietnamitas y obligarles a ocupar posturas más flexibles en las conversaciones de paz. Por último, negociar con el Vietcong una salida honrosa para el ejército norteamericano que permitiera un régimen anticomunista en Vietnam del Sur.

Nixon no tenía ninguna intención de abandonar el régimen del militar Nguyen Van Thieu pese a tener muy poco de democrático, pero tenía claro que el conflicto tenía que acabar. Hanoi (capital del norte) no aceptaba un Vietnam dividido y consideró la disminución de las tropas norteamericanas un incentivo para no alcanzar acuerdo de paz alguno. Sin anunciarlo públicamente, trató de debilitar al ejército nordvietnamita bombardeando sus bases en la vecina Camboya (la conocida como ruta Ho Chi Minh), esto le predispuso en contra de Kissinger y de los políticos de Washington. El resultado fue contrario a los intereses de EEUU, cuando las tropas se retiraron de Camboya, la mitad del país estaba en manos de los comunistas “jemeres rojos” (mucho más fanatizados que los nordvietnamitas).

Mientras tanto se estaban produciendo ciertos avances diplomáticos en la estrategia triangular de Kissinger. Los chinos presionaron discretamente al Vietcong para que llegasen a acuerdos con EEUU en las conversaciones de París. Al quedar estabilizada la situación militar, Nixon pudo asistir a la cumbre de Moscú, en mayo de 1972 (donde se firmaron los acuerdos SALT). A la vuelta se encontró con el rechazo de Thieu a poner el destino de Vietnam del Sur en las manos de un comité electoral (el Vietcong ya había ocupado zonas del Sur), por otro lado, la paciencia de Kissinger con los nordvietnamitas ya se estaba agotando. Nixon decidió desencadenar los ataques más devastadores durante doce días para obligar a los nordvietnamitas a volver a la mesa de negociación. Su índice de popularidad cayó en picado.

Finalmente, Kissinger y Le Duc Tho resolvieron las diferencias que les separaban (por lo que ambos fueron nominados al premio Nobel de la Paz) y firmaron unos acuerdos de paz que resultaron desastrosos para el gobierno de Vietnam del Sur, Hanoi siguió tan decidido como siempre a conquistar militarmente el Sur (como ocurrió en 1975).

La cumbre de Moscú fue un momento destacado para la distensión. Brezhnev había convertido la idea de paz en su proyecto vital, Nixon estaba dispuesto a admitir el statu quo en la Europa oriental y ambos pretendían poner freno a la carrera de armamentos para aligerar sus gastos de defensa, aunque los dos bandos trataron de amañar la competición.

La doctrina de Richard Nixon estaba basada en la respuesta flexible de Kennedy, EEUU podía hacer una guerra y media pero los aliados debían implicarse más para responder a una agresión convencional. Uno de los obstáculos de las primeras conversaciones fue la idea de incluir o no las armas defensivas en estos diálogos. El tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) preservó la capacidad de respuesta de las dos superpotencias, al evitar las inspecciones in situ se evitó otro de los obstáculos que se habían dado en el pasado (los satélites espías ya funcionaban con total normalidad). Las conversaciones también incluyeron una serie de medidas económicas que pretendían ampliar los vínculos económicos, se autorizó la compra de cereales norteamericanos, se prometió el pago de la deuda contraída por la compra de armamento norteamericano durante la segunda guerra mundial y se propuso otorgar a la URSS el estatuto de nación más favorecida.

En junio de 1973 se volvieron a reunir los dos líderes en Washington, fue el momento de máximo apogeo de la distensión. Se acordaron medidas para prevenir una guerra nuclear y se establecieron unas consultas urgentes para solucionar las crisis que se pudieran dar. Precisamente este aspecto fue uno de los que hizo saltar por los aires estos acuerdos cuando estalló la guerra del Yom Kippur, en octubre de 1973. Ambos bandos se saltaron la promesa mutua de evacuar consultas antes de actuar. Oriente Próximo siguió siendo una zona de máxima tensión durante el resto de la Guerra Fría.

La oposición a Nixon aprovechó estos acuerdos para minar su reputación como estadista y propusieron una enmienda a la Ley de comercio que prohibía conceder el estatuto de nación más favorecida a un país cuya economía no fuera de mercado. Esta enmienda se relacionó con los impedimentos que ponía el Kremlin a la emigración de judíos desde la URSS a Israel. La votación de esta enmienda supuso una derrota significativa para Nixon y Kissinger llegó a advertir que pondría en riesgo todo el proceso de la distensión. Efectivamente, este incumplimiento llevó al Kremlin a negarse a pagar las deudas contraídas y fue el principio del fin de esta etapa de acercamiento.

Pero Brezhnev también tenía su propia oposición, los conservadores más recalcitrantes del Kremlin veían la distensión como un caballo de Troya que alentaba a los disidentes del régimen. Uno de los más destacados fue Alexander Solzhenitsin, escritor célebre por las obras que había escrito a raíz de la invasión de Checoslovaquia y que desafiaban a los máximos dirigentes. En 1970 le designaron para el Premio Nobel y el autor, a diferencia de Pasternak, decidió aceptarlo. El Kremlin debatió qué hacer con él pero no querían convertirlo en un mártir de las élites culturales. En el verano de 1973 el KGB le confiscó su obra más conocida en Occidente, Archipiélago Gulag. En ella Solzhenitsin describe las torturas a las que fue sometido en un campo de trabajo (gulag) para confesar “lo que no había hecho”, las humillaciones a las que se sometía a los prisioneros para romper su resistencia y convertirlos en seres humanos embrutecidos y desconfiados. Estas prácticas del periodo estalinista él las vivió después de la muerte de Stalin y formaban parte de una cara oculta del régimen de la que no se podía hablar en público. Finalmente, Brezhnev accedió a que se le juzgara, pero Andropov le evitó ese trago logrando que Alemania Occidental le concediese asilo político.

Las carencias de honestidad de Nixon ya empezaban a ocasionarle problemas, uno de ellos fue la elección de un marxista como presidente de Chile y la solución que adoptó para este asunto engorroso, orquestar con la CIA un golpe militar que acabó con la vida de Salvador Allende y la implantación de una dictadura militar en la figura del general Augusto Pinochet. Sin embargo, el obstáculo más importante fue la decisión de ocultar su responsabilidad en el asunto Watergate.

Durante la campaña para su reelección, Nixon decidió tratar este asunto como si se tratase de una guerra, la información se convirtió en una cuestión clave y no dudó en alentar el espionaje del partido demócrata. Cuando los “fontaneros” de la Casa Blanca fueron detenidos en el Hotel Watergate (donde se celebraba la convención demócrata), Nixon negó cualquier relación con este hecho y ganó las elecciones con amplia mayoría. Las investigaciones posteriores fueron descubriendo que la Casa Blanca no era tan inocente como pretendía Nixon, a falta de encontrar la “pistola humeante” en la que el Presidente ordenaba las escuchas, se supo que Nixon grababa casi todas las conversaciones que mantenía con sus colaboradores en el despacho oval. En otras palabras, no se fiaba de nadie.

Las investigaciones periodísticas que se publicaban en el Washington Post (por parte de los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein) minaban la credibilidad de Nixon ante sus votantes. Se abrió una investigación y se le pidió que aportara las grabaciones, a lo que el presidente se negó alegando razones jurídicas. El caso llegó al Tribunal Supremo, que dictaminó la procedencia de la entrega de esas grabaciones. Cuando la Casa Blanca entregó las cintas se constató que en una de ellas había un vacío de 17 minutos, el resto de las cintas pusieron de manifiesto los tejemanejes que hacía Nixon para ocultar sus intenciones al resto de agencias de seguridad. Poco después, ante la amenaza de impeachment[i], Nixon decidió dimitir el 9 de agosto de 1974, poniendo fin a un mandato que, de no haber tenido este final, podría haber pasado a la historia como el que más se acercó a terminar con la Guerra Fría.

El tándem Brezhnev-Nixon no ha sido justamente valorado porque ninguno de los dos despertaba simpatías en el panorama internacional, uno por estalinista, el otro por inmoral. Sin embargo, fue un momento de entendimiento entre dos mandatarios en el que, por razones de edad y por cuestiones de personalidad, se pusieron las bases para un final incruento del conflicto, se empezó una colaboración muy provechosa en materia de exploración espacial y se adoptaron tácticas de entendimiento que influyeron en la manera de negociar con bandos secularmente enfrentados como, por ejemplo, empresarios y trabajadores. Cuando la firmeza en las posiciones deja paso al diálogo sobre intereses y necesidades, los representantes de los bandos encuentran un terreno abonado para alcanzar acuerdos, ese pudo ser el legado de esta etapa, pese a que sus máximos dirigentes no lo supieran aún.

@salenko1960

[i] Procedimiento por el que los representantes del pueblo pueden cesar al Presidente ante graves situaciones como haber mentido a la nación.

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Segunda singladura: Jrushchov – Kennedy. 1961-1963

En esta segunda entrega se describe el episodio álgido de la Guerra Fría, la Crisis de los misiles de Cuba. El mundo se asomó al abismo de un conflicto nuclear cuando ambas superpotencias habían desarrollado armamento termonuclear con misiles de alcance medio e intercontinental, capaces de alcanzar las principales ciudades de ambas naciones.

SITUACIÓN PREVIA

Tras la muerte de Stalin en la URSS se impuso una dirección colectiva en la que pronto destacó la figura de Jrushchov sobre los otros aspirantes. En febrero de 1956 el Secretario General pronunció un discurso secreto ante el plenario del XX Congreso del PCUS, en el que criticó el culto a la personalidad de Stalin y censuró los fracasos del zar rojo. Este discurso se difundió entre los ambientes comunistas y se filtró a la inteligencia norteamericana, pese a lo cual el presidente Eisenhower siguió desconfiando de las intenciones soviéticas.

En este periodo se había producido una cierta estabilización de la Guerra Fría, los dos contendientes admitían la división de Alemania y eran muy conscientes de la capacidad destructiva de las armas nucleares. Los sistemas de reparto (delivery) se habían beneficiado de los avances misilísticos y ya no era necesario disponer de una gran flota de aviones porque los misiles se podían lanzar desde submarinos o bases en tierra con un alcance cada vez mayor.

El traslado de la confrontación entre comunismo y capitalismo a la periferia había incorporado a la China continental como un elemento desestabilizador, porque Mao estaba dispuesto a padecer un ataque nuclear con tal de recuperar Taiwán. Winston Churchill volvía a ser primer ministro en Gran Bretaña y se daba cuenta de la necesidad de reducir las tensiones entre rusos y americanos por el bien de la estabilidad de Europa. Los bloques militares se organizaron en las dos grandes estructuras, la OTAN y el Pacto de Varsovia, ninguno de los dos bloques pretendía iniciar las hostilidades pero la respuesta de “represalia masiva” se convirtió en el eje de la política de defensa de EEUU.

Los republicanos habían superado las heridas del Macarthismo y consideraban que la política de contención había sido un error, porque ponía a miles de personas en riesgo de caer bajo el dominio de una dictadura despiadada que despreciaba los derechos individuales. Las acciones encubiertas de la CIA se prodigaban porque evitaban el gasto que suponía disponer de tropas regulares convencionales, sus efectivos se multiplicaron por tres. El lanzamiento del primer satélite artificial por parte de la URSS, el Sputnik, significó una advertencia para la administración norteamericana porque la guerra se podía desplazar a un nuevo escenario, el espacio exterior. Los avances tecnológicos producidos por los científicos soviéticos llevaron a Jrushchov a vaticinar que pronto EEUU se vería superado en prosperidad por la URSS. Este optimismo no se debilitó cuando el Secretario General visitó oficialmente los EEUU en otoño de 1959 y viajó por sus ciudades y centros de producción.

Cuando parecía que se estaban aproximando las posturas entre los dos mandatarios y se celebraba una cumbre en París, se produjo el derribo de un avión espía U-2 en el espacio aéreo soviético y Jrushchov reaccionó de forma airada exigiendo disculpas por este hecho a Eisenhower quien no reconoció los hechos. Era el otoño de 1959 y al año siguiente se produciría el relevo en la presidencia de EEUU donde aparecería un joven católico, avalado por acciones heroicas durante la Segunda Guerra Mundial y que daría la réplica al comportamiento vehemente del Secretario General soviético.

LOS RASGOS PSICOLÓGICOS DE NIKITA JRUSHCHOV

Jrushchov nació en 1894 en una pequeña población rusa cerca de la frontera con Ucrania. De origen humilde, tuvo que dejar los estudios y trabajó como obrero y minero hasta que se afilió al Partido y se dedicó en cuerpo y alma a la revolución. En la segunda guerra mundial tuvo un papel destacado en el sitio de Stalingrado. Cuando murió Stalin se decidió crear una troika de dirigentes entre los que figuraba Jrushchov y en la que ninguno de los tres destacaba por sus capacidades oratorias. Poco a poco, Jrushchov se fue deshaciendo de sus otros dos competidores hasta que, dos años después de la muerte de Stalin, logró convertirse en el líder supremo de la URSS.

Su carácter era tosco, austero y volátil. Pese a que intentó retomar sus estudios como ingeniero no logró terminarlos, aunque sí demostró una gran creatividad para resolver problemas complejos. Su inteligencia se basaba mucho más en su intuición que en una mente estructurada, lo que le llevaba a cambiar de criterio en cuestiones fundamentales. Sus orígenes campesinos no le impidieron forjar una personalidad optimista por naturaleza. Algunos de sus críticos señalan de él que era muy poco diplomático y que, como negociador, tensaba la cuerda en exceso. Su relación con el Presidente Kennedy en un primer momento fue difícil porque menospreció sus capacidades, lo consideraba un niño rico mimado. Posteriormente esta relación mejoró porque su capacidad de reacción a los envites que él le lanzaba le sorprendió.

Uno de los ejes de su política fue distanciarse de Stalin. Cuando, en febrero de 1956, pronunció su discurso secreto en el que criticó a Stalin, lo consideró una desviación de las líneas trazadas por Lenin para desarrollar una sociedad comunista. Pero este revisionismo le ocasionó muchos enemigos dentro de la órbita socialista como, por ejemplo, Mao.

Una persona intuitiva cuando maneja situaciones complejas con información incompleta (como la crisis de los misiles de Cuba) se suele comportar de manera compulsiva, es como un jugador que, cuando pierde una mano, dobla la apuesta en la siguiente; así se debió conducir Jrushchov en su relación con los presidentes norteamericanos (llegó a decir que Eisenhower y Kennedy son la misma mierda).

Su confianza en sus capacidades le llevó a no ver el peligro que corría su autoridad, sus enemigos se aprovecharon de ello para destituirle en 1964. Curiosamente, este superviviente de Stalin apenas trató de defenderse y pasó sus últimos años en una situación de melancolía hasta que falleció en 1971.

 

LOS RASGOS PSICOLÓGICOS DE JOHN FITZGERALD KENNEDY

Es muy difícil separar a la persona del mito que rodea a la figura de JFK. Por un lado, nos encontramos con un presidente que gana sus elecciones por muy poco al candidato republicano, todavía resulta de interés para los analistas el primer debate televisado entre Kennedy y Nixon que, al parecer, fue decisivo para su victoria electoral. Por otro lado, nos encontramos en presencia de un presidente asesinado por razones no suficientemente esclarecidas, el único de los ocho comandantes en jefe analizados en las cuatro singladuras que deja tras de sí una estela mítica cargada de glamour y falsas apariencias[i]. Sus discursos han creado escuela en varios presidentes posteriores, especialmente demócratas. La imagen de su brutal asesinato acompañará a mi generación como la prueba de un dirigente que quiso cambiar la forma de hacer política minimizando el hecho de que fue el primero en acercarnos al abismo de una guerra termonuclear.

Hay un cierto consenso entre los historiadores sobre su complejo de inferioridad a la hora de juzgar las decisiones que tomó. Yo me inclino a pensar que, en realidad, se sentía como un pez fuera del agua. En primer lugar, no era el elegido por su padre para llegar a lo más alto y para dar forma a unas aspiraciones políticas que se habían visto frustradas por el nazismo de su acaudalado ancestro. Su hermano mayor Joseph era el predestinado para jugar ese papel, hasta su muerte prematura al final de la segunda guerra mundial. Los turbios contactos de su familia le impulsaron políticamente hasta ocupar un asiento en el Senado de EEUU.

En segundo lugar, pertenecía a una minoría mal vista por muchos norteamericanos, la de los católicos irlandeses, afamados por su carácter pendenciero y su apego a la familia en mayor medida que la practicada por el resto de familias wasp[ii] y que les hacía asemejarse a los clanes mafiosos, tal como se describe en la saga de “El Padrino”. De su afición a las peleas se explica que, pese a no tener un cuerpo especialmente fornido, se hiciese jugador de futbol americano y acabase lesionado en la espalda, secuela que arrastró toda su vida y que degeneró en una dependencia exagerada de los calmantes y de otras drogas que aliviasen su sufrimiento. De su apego a la familia se deriva su obsesión por guardar las apariencias, especialmente cuando le era infiel a su esposa Jackie de forma poco menos que compulsiva con casi todas la bellezas que se cruzaron con él. También es testigo de esta dependencia familiar el tándem que formó con su hermano Robert, su más fiel colaborador.

Aparte de las consideraciones anteriores, se justifica que sobrerreaccionase a muchos de los desafíos a los que les sometió Jrushchov porque se los tomaba como algo personal. Los 23 años de diferencia que le sacaba el líder soviético le ponían en desventaja respecto de los acontecimientos vividos por uno y otro. Pero la necesidad de no parecer blando ante el comunismo le forzaba a elegir las respuestas más firmes y contundentes, pese al riesgo de desencadenar una guerra de consecuencias imprevisibles. Hasta que se dio cuenta de que esta escalada de “acción – reacción” solo podía terminar con una gran aniquilación mutua y que era mucho más inteligente diseñar una respuesta flexible que incluyera actuaciones diplomáticas, acciones encubiertas y operaciones con armas convencionales.

Su legado está lleno de luces y sombras pero su abrupta desaparición le permitió convertirse en un icono que representaba la posibilidad de cambiar la confrontación de forma más constructiva. Pese a sus debilidades personales, las apelaciones que dejó en sus discursos a unos valores progresistas se han convertido en la herencia más valiosa para las generaciones futuras.

ACONTECIMIENTOS

Las capacidades diplomáticas de Jrushchov ya habían quedado en evidencia cuando Kennedy llegó al poder en enero de 1961. A este panorama podemos sumar los éxitos logrados por el programa espacial soviético, en especial la hazaña del vuelo orbital de Yuri Gagarin y el desastre del desembarco organizado por la CIA en Bahía Cochinos, Cuba, para entender el momento de máxima popularidad del líder soviético frente a la incertidumbre que suponía la llegada al poder del presidente más joven de EEUU.

Debido a ello se puede comprender la tosquedad con la que se comportó Jrushchov en su primer encuentro con Kennedy ocurrido en junio de 1961 en Viena. La exigencia soviética de formalizar un acuerdo de paz que definiera el estatus de Berlín puso a Kennedy entre la espada y la pared. Para no dar sensación de debilidad, Kennedy adoptó unas fuertes contramedidas para disuadir a Jrushchov de adoptar cualquier medida unilateral y amenazó a los soviéticos con un “frío invierno” en sus relaciones. Mientras tanto la RDA se desangraba con un número incesante de técnicos y especialistas que se pasaban a Occidente atraídos por las promesas de llevar una vida más cómoda. Jrushchov se vio empujado a negociar un tratado de paz independiente con la RDA o adoptar alguna medida que parase la “sangría” económica que padecía este país (en esos meses se calculó en 1.000 personas diarias las que saltaban al otro lado). En agosto de 1961 Berlín se convirtió en una ciudad dividida.

El muro dividió calles, parques y edificios separando a amigos y familias que, hasta entonces, podían visitarse con asiduidad. La reacción de Kennedy fue desplazar vehículos blindados por la autobahn hacia Berlín. Se llegó a pensar en un conflicto nuclear y muchos norteamericanos empezaron a construir refugios nucleares en los sótanos de sus casas. El enfrentamiento se calmó después de que Kennedy se negase a derribar el muro y de que Jrushchov desistiera de firmar un acuerdo con la RDA. Dos años después Kennedy visitó la ciudad y proclamó su célebre frase “Ich bin ein Berliner” como muestra de solidaridad con los ciudadanos de Berlín Oeste.

Las dos superpotencias reanudaron sus pruebas nucleares y la tensión volvió a aumentar cuando otro avión espía detectó las bases de misiles que Jrushchov había autorizado a construir en Cuba. Los misiles de medio y largo alcance que aparecían en las fotografías podían alcanzar la mayoría de las grandes poblaciones ubicadas en territorio de los EEUU. Por primera vez, los norteamericanos podían ser atacados con armamento nuclear desde un territorio que siempre había sido considerado su “patio trasero”.

Castro y sus barbudos gozaban de muchas simpatías entre los soviéticos, su modelo de revolución era visto como una forma de combatir el imperialismo, especialmente por los jóvenes. Los ataques contra Castro por parte de la CIA (operación Mangosta) demostraban el carácter épico de este movimiento y su arraigo en el sentir popular había quedado demostrado con la facilidad con la que el régimen había desbaratado la invasión. La amistad cubano-soviética ponía a Kennedy en un brete y éste lo decidió asumir de forma contundente/resuelta/atrevida. El 22 de octubre se dirigió por televisión a su nación para anunciar su decisión de someter a la isla caribeña a una cuarentena para evitar una guerra.

Jrushchov no contaba con la posibilidad de que sus planes de despliegue de misiles fueran descubiertos antes de que estuvieran operativos. Su intención no era iniciar el ataque sino devolver a Norteamérica el golpe que supuso el despliegue de sus misiles en Turquía, tan cerca de su zona de influencia. Quería hacerles sentir de cerca la amenaza nuclear.

Al hacerse pública la crisis, el mundo contuvo la respiración porque parecía que nadie podía detener el conflicto. En la ONU se movilizaron para tratar de aclarar los hechos y buscar otras posibilidades. Pero Kennedy ya había pasado por el ridículo de Bahía Cochinos y  la construcción del Muro de Berlín, y no estaba dispuesto a ceder en esto. La negociación entre su hermano Robert y el embajador soviético en Washington resultó provechosa porque incluía un acuerdo secreto sobre Turquía que permitía a Jrushchov salvar la cara.

Cuando el bloqueo naval parecía a punto de provocar el primer casus belli tras la segunda guerra mundial, las naves soviéticas dieron media vuelta sin dar tiempo a que se produjesen heridos. La amenaza de una devastación hizo recapacitar a ambos dirigentes sobre lo que era más conveniente en la defensa de sus conciudadanos. Ambos eran conocedores de que una guerra termonuclear podía acabar con la vida en la tierra. Posteriormente decidieron limitar las pruebas nucleares en el espacio y establecer una línea de comunicación directa entre el Kremlin y la Casa Blanca, el llamado “teléfono rojo”.

Al hacer el balance de la presidencia de Kennedy, tenemos que incluir dos iniciativas políticas y otra militar para asegurar que, aunque corto en el tiempo, fue un mandato muy fructífero y determinante para sus sucesores. La primera es la conocida como “Alianza para el progreso”, un intento fallido de promover el desarrollo social en la zona de influencia norteamericana. Supuso proporcionar 10.000 millones de dólares a los países latinoamericanos para invertirlos en educación, construcción de viviendas, reformas agrarias y salud pública. El problema fue cuando estas intenciones chocaban con los intereses de las élites gobernantes y de las compañías norteamericanas (como la United Fruit), de manera que los intereses económicos se antepusieron a las reformas sociales. Ni siquiera se redujo el número de dictaduras militares en esta área geopolítica.

Otro proyecto más exitoso fue el llamado Peace Corps, que impulsó a 500 jóvenes voluntarios americanos a enseñar en las escuelas y trabajar los campos de ocho países en vías de desarrollo. Fue una manera de propagar los valores propios de la democracia norteamericana para convertirlos en impulsores del desarrollo social. A mediados de los 80 logró que más de 100.000 norteamericanos hubieran servido en el exterior y el programa ha tenido continuidad hasta nuestros días.

El tercer legado de JFK fue la creación de los “boinas verdes” una unidad de élite concebida para luchar contra la subversión. Como consecuencia de la crisis de los misiles, Kennedy se dio cuenta de que los EEUU necesitaban dotarse de una respuesta flexible que incluyera todo tipo de intervenciones, de mayor y menor escala, para evitar la confrontación nuclear. A pesar de ello, la administración demócrata aumentó considerablemente el arsenal nuclear, con lo que dio al traste con la posibilidad de limitar la carrera de armamentos nucleares. Por otro lado, el aumento del presupuesto militar predispuso al departamento de Defensa a implicarse más en la guerra de Vietnam.

En cuanto al legado de Jrushchov, permitió una cierta apertura del régimen soviético al renunciar a la herencia totalitaria del estalinismo. Esta renuncia no fue bien aceptada por todas las élites socialistas y dio alas a los reformistas en Hungría, lo que obligó a Jrushchov a tomar medidas militares para mantenerse en el poder.

Estos dos personajes pusieron en peligro la paz mundial pero renunciaron a un ejercicio de exterminio mutuo pese a las presiones internas que así lo exigían. La Guerra Fría vivió un momento de inflexión porque las sociedades alineadas con las dos superpotencias tomaron conciencia de lo que había en juego. Cuando los avances científicos se ponen al servicio de los objetivos geoestratégicos, ninguno de los bandos defiende un mundo mejor sino la idea supremacista de que “la razón está de mi parte”.

@salenko1960

[i] En referencia a la idea de Camelot con la que muchos periodistas identificaban a su gabinete.

[ii] acrónimo inglés de White, Anglo-Saxon and Protestant [‘blanco, anglosajón y protestante’]. Grupo cerrado de estadounidenses de elevada posición social, descendientes de británicos y de religión protestante que, supuestamente, ostentan un poder social y económico desproporcionado en los Estados Unidos.

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Todos los hombres del presidente

Cuando algo se hace añicos, nadie lo puede recomponer. Así pasa con la reputación de una persona, una vez que te pillan mintiendo descaradamente, lo más probable es que nadie te crea. Richard Nixon mintió reiteradamente porque consideraba que estaba en guerra con la prensa liberal (el fin justifica los medios). En EEUU nadie puede mentir al pueblo americano ni a sus representantes [como descubrieron «los diez de Hollywood» cuando terminaron en la cárcel acusados de actividades antiamericanas].

Richard Nixon hubiera ganado fácilmente la reelección sin necesidad de espiar al partido demócrata, pero estaba tan acostumbrado a destrozar a sus oponentes, que no calculó bien sus fuerzas; y dejó hacer a su equipo sin tomar en consideración lo que estipulan las leyes, «Ellos quieren jugar duro y nosotros también jugaremos duro…» dijo en una reunión con sus colaboradores que, luego se supo, tenía por costumbre grabar [conducta propia de una personalidad paranoide].

Los periodistas del Washington Post Carl Bernstein (Dustin Hoffman) y Bob Woodward (Robert Redford) se jugaron su reputación profesional cuando descubrieron que un asunto menor les llevaba al entorno de la Casa Blanca. Tuvieron la suerte de estar en el bando apropiado porque su empresa ya había descubierto lo incómodo que era llevar la contraria a Nixon (como se cuenta en la película «Los papeles del Pentágono»); y lo difícil que es encontrar una fuente fiable que traicione al círculo cerrado de la máxima autoridad del Estado.

Para que estos dos forjasen un equipo ganador fue necesario el apoyo de su jefe, el redactor jefe Ben Bradlee (Jason Robards) y de la dueña del periódico, Katharine Graham. Pero también debieron aprender a confiar el uno en el otro [pese a que Bernstein empezó su relación actuando a espaldas de Woodward].

En una democracia representativa, la libertad de información es la única que equilibra la distancia entre los altos mandatarios y la gente de la calle. Para ello, hace falta que los periodistas se atrevan a cumplir con su deber profesional y garanticen la confidencialidad de sus fuentes. Esto lo hicieron de forma ejemplar Bernstein y Woodward al no revelar la identidad de «garganta profunda» (uno de sus principales informadores); ahora sabemos se trataba de Mark Felt, «número dos» del FBI.

La estrategia contada en la película, hace a los periodistas preguntar a sus contactos lo siguiente: «Si yo publicase … ¿estaría mintiendo?». Con lo que los funcionarios no tenían necesidad de proporcionar la información que ellos buscaban, sino sólo confirmar o desmentir las averiguaciones que ellos barajaban como hipótesis [La conciencia moral de cada uno haría el resto].

No es fácil ganar a Goliat cuando dispone de toda la fortaleza del Estado, pero tampoco es imposible si cada uno es consciente del papel que ocupa y de las consecuencias que se derivan del mismo; en este caso, destapar la verdad para que los ciudadanos la conozcan.

Una gran lección para los tiempos que corren. Cuando la reputación del gigante cae -cuestionada por una larga cadena de contradiciones- nadie puede recomponerla, ni siquiera con la ayuda de todos los hombres del Presidente.

@Salenko1960

 

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TRECE DÍAS 2000

El título de esta película hace referencia a esos trece días que pasaron desde que la administración del Presidente Kennedy descubrió las bases de misiles soviéticos en Cuba hasta que se desarrollaron las medidas que evitaron una guerra termonuclear con la URSS. En esta película, protagonizada por Kevin Costner, el actor interpreta a Kenny O’Donnell, el secretario personal de JFK (papel asignado a Bruce Greenwood). En los ámbitos periodísticos de Washington era un reconocido miembro de la “mafia irlandesa” que rodeaba al Presidente. Otro de los protagonistas es el hermano del Presidente, Robert Kennedy (Steven Culp).

La película está basada en hechos reales, aunque el papel que jugó cada uno sólo se sabe por aproximación. La cantidad de mentiras y medias verdades es parte de la trama y, a veces, se vuelve difícil seguir el estado del relato. Veamos algunas de las principales tretas contadas en la película.

La primera es cómo lograr que los rusos revelen a la comunidad internacional lo que están haciendo en Cuba sin mostrarles las pruebas que ha logrado el espionaje aéreo. La segunda es engañar a los rusos respecto a las verdaderas intenciones de los Estados Unidos. La tercera es engañar a los medios de comunicación sobre lo que realmente está pasando en medio de la Crisis.

Una de las cosas más interesantes es la descripción de las presiones que recibían los políticos por parte de los altos mandos militares. La película los describe como los malos de la historia (belicistas, deshonestos y fanfarrones) cuando, en realidad, todos mantuvieron la cadena de mando y eso evitó que se produjera una tercera guerra mundial. Ese ambiente “conspiranoico” puede alentar en el espectador la idea de que el complot que acabó con la vida de John Fitzgerald Kennedy comenzara a fraguarse en esas reuniones del gabinete de Crisis.

Otro de los asuntos cruciales es cómo presentar ante la opinión pública un bloqueo marítimo a un país independiente como si fuera una medida sanitaria. El nombre de “Cuarentena” es la manera en que la Administración Kennedy bautizó esta operación militar, para la que no se disponía de legitimación internacional previa, pero que estuvo a punto de causar el primer casus belli de un conflicto apocalíptico.

En la negociación que se produjo entre los dos bandos resultó fundamental el papel del embajador de EEUU en la ONU, Adlai Stevenson (Michael Fairman), quien se jugó su puesto al sugerir un intercambio de bazas con los soviéticos, retirar los misiles Júpiter desplegados en Turquía a cambio de desmantelar las bases de misiles cubanas. Esta jugada, que hoy conocemos que fue la razón que permitió a las dos partes salir airosas del trance, fue manipulada para ofrecer una imagen poderosa de Kennedy, capaz de mostrarse inflexible ante el chantaje nuclear de Jrushchov.

Las dos administraciones acordaron establecer un sistema fiable de comunicación que fue llamado “el teléfono rojo”, aunque en un primer momento era una línea de teletipo. Aunque la película no cuenta las consecuencias de esta Crisis, lo cierto es que ambos dirigentes lo pagaron muy caro. Kennedy fue asesinado por… no se sabe quién con certeza y Jrushchov fue destituido en 1964 mediante un golpe de estado político protagonizado por Brézhnev. Un final triste para dos líderes que estuvieron a punto de ocasionar una hecatombe y que sintieron vértigo cuando se asomaron al abismo de un invierno nuclear.

@salenko1960

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Primera singladura: Truman – Stalin

La relación entre ambos

Su primer encuentro tuvo lugar en Potsdam, poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial. Era el tercer encuentro entre los aliados (tras las reuniones de Teherán, y Yalta) y Truman sucedía al recientemente fallecido Roosevelt. El clima de colaboración seguía siendo favorable y compartieron amigablemente sus planes para acabar con la amenaza del Imperio nipón.

Los rasgos psicológicos de Truman han dejado poco rastro en los libros de Historia (ver entrada de blog “perfil psicológico de Truman”). Podría  deducirse falsamente que fue el primer “Presidente por accidente[1]” de la GF, sin embargo, las decisiones que tomó marcaron el rumbo de los acontecimientos posteriores. Ya sea por iniciativa propia o por influencia de Churchill, el hecho es que se convirtió en el primer adversario serio de Stalin y fue el responsable de hacer volar por los aires el entramado de alianzas geopolíticas que surgió tras el fin de la 2ªGM.

Un factor determinante en sus relaciones políticas fue el hecho de que Truman ejerció su primer mandato con la convicción de que era el “Gendarme del mundo”, por el hecho de que sólo EEUU disponía del arma nuclear. Pero en 1949 se comprobó que los soviéticos también disponían de este tipo de artefactos. Otro factor fue su dependencia inicial de los asesores que heredó del fallecido Franklin D. Roosevelt. El equilibrio del terror marcó los siguientes 30 años de GF.

En cuanto a Stalin, su carácter le hacía sospechar de todos cuantos le rodeaban y nada hace pensar que no sintiera una gran desconfianza hacia Churchill y, por ende, hacia Truman. Su visión revolucionaria le hacía concebir a estos personajes como líderes de estado burgueses que, más pronto que tarde, se convertirían en enemigos de los bolcheviques. Sin embargo, en un principio, le resultó más cómodo aparentar una confluencia de intereses geopolíticos para extinguir la amenaza nazi.

En este contexto, ninguna de las dos partes quería aparecer como el verdugo de las expectativas de cooperación que la gente mantenía tras los extenuantes sacrificios de la pasada guerra. Las dudas que pudieran albergarse quedaron diluidas con tres momentos trascendentales. El 9 de febrero Stalin se dirigió  a los dirigentes de la URSS en el teatro Bolshói: tras hacer un balance euforizante de la capacidad del ejército rojo para defender los intereses del comunismo, preparó a los cuadros para las confrontaciones futuras que se pudieran avecinar. A requerimiento de Washington, el diplomático George Keenan telegrafió un mensaje en el que ponía de manifiesto la naturaleza hostil del régimen soviético, en lo que se conoce como “Telegrama Largo”. Mucho más conocido ha resultado el discurso del 5 de marzo en Fulton (Missouri) donde Churchill (avalado por Truman) pidió una respuesta de la civilización cristiana y alertó a los dirigentes angloamericanos ante la amenaza comunista que se cernía sobre Europa.

Plan Marshall

El invierno de 1947 había sido tremendamente riguroso para Europa Occidental, la reconstrucción iba demasiado lenta y la escasez de recursos empezaba a convertirse en un arma política. La visión de Truman era favorable al comercio internacional, pero, si no había recuperación económica, ¿cómo podía dinamizarse el comercio? En enero de 1947 nombró a George Marshall Secretario de Estado. Éste hace un comentario despectivo con relación a la inoperante conferencia de ministros de Asuntos Exteriores de Moscú (de marzo a abril de 1947): “el paciente estaba muriéndose mientras los médicos deliberaban” y propone un plan de ayuda económica masiva para reconstruir la Europa destruida por la guerra.

Stalin descubre unas conversaciones secretas entre los angloamericanos. Además, se da cuenta de que las potencias occidentales no tienen en mente una Alemania centralizada y neutral. Teme que le recorten las indemnizaciones de guerra que él esperaba, tampoco le llegan los créditos prometidos tras la guerra. Llega a la conclusión de que el Plan Marshall es un proyecto destinado a reducir la influencia soviética en Europa.

El 2 de julio decide oponerse y presiona a los países del Este para que rechacen esas ayudas. Esta decisión provoca una crisis política en Checoslovaquia. Propone el Plan Molotov como contrapartida, Stalin pasa de la contemporización con los países occidentales al contraataque feroz. Durante el otoño da instrucciones para desestabilizar Francia e Italia mediante huelgas y manifestaciones organizadas por los partidos y sindicatos comunistas. El establecimiento de la Kominform (reemplazando a la Komintern) se vio acelerado por el Plan Marshall.

Gracias al Plan Marshall, Truman contuvo el avance del comunismo en Europa Occidental. La Agencia Central de Inteligencia jugó un papel destacado, especialmente en las elecciones italianas del año 48, cuando la CIA movilizó a la población italoestadounidense para escribir cartas disuasorias a sus familiares para que no apoyasen al Partido Comunista. También la Iglesia Católica se pronunció desde los púlpitos para impedir la victoria comunista que vaticinaban los pronósticos. Europa padecía muchos problemas económicos y sociales, con una población de desplazados y refugiados equivalente a la de un país mediano. En la Europa Oriental o del Este, muchos temían las represalias de Stalin por supuestos crímenes de guerra y buscaban emigrar al Oeste, tanto en Alemania como en Hungría, Checoslovaquia y Rumanía principalmente. Los judíos se marcharon de Polonia creando un problema para las autoridades de ocupación, esta situación de repatriación forzosa se mantuvo hasta 1947, con el inicio de la Guerra Fría, y en 1948, con la creación del estado de Israel.

Los planes de inversión del Plan Marshall dejaron en un segundo término los programas de desnazificación de Alemania. Estos programas se llevaron a cabo con mucha intensidad y coordinación los primeros años de ocupación, pero luego ambos presidentes se dieron cuenta de que los antiguos nazis podían serles de utilidad para impulsar las reformas sociales que ambos pretendían. Se pasó de una política de acoso a otra de captación, en 1951 se producen las últimas ejecuciones de nazis en Alemania, ante un clamor de súplicas pidiendo clemencia. Un aspecto chirriante es que, en los juicios de Nuremberg, las autoridades soviéticas juzgaban a sus antiguos contendientes por crímenes que ellos mismos habían alentado. Stalin era de la opinión de que un soldado que ha pasado por la sangre, el fuego y la muerte está legitimado para pasar un buen rato con una mujer o llevarse alguna cosilla.

Bloqueo de Berlín

La ocupación de los aliados se distribuyó en cuatro zonas: francesa, británica, norteamericana y soviética. Berlín quedaba en el interior de la zona soviética (unos 200 km.) y dividida, a su vez, en cuatro sectores. Francia opinaba que una Alemania dividida y que pagase reparaciones impuestas tras la guerra era la mejor opción, pero Stalin consideraba que era más seguro cobrar de una Alemania unida (como se acordó en Potsdam). EEUU consideraba que esta propuesta era una estratagema para dominar toda Alemania, así que deciden, junto con los británicos, interrumpir los pagos de sus zonas a la URSS. Además, Byrnes promete un autogobierno a los alemanes y garantiza la presencia de tropas norteamericanas por tiempo indefinido.

Stalin considera esta unión alemana-norteamericana una nueva amenaza para la URSS. Empieza a presionar las comunicaciones con Berlín, en marzo de 1948 pone restricciones al tráfico por carretera y el 24 de junio corta por completo ese tráfico desde las otras zonas a Berlín. Los otros aliados responden con un contrabloqueo de Berlín oriental.

Truman entiende estos acontecimientos como una prueba al compromiso de los norteamericanos con las libertades. Decide abastecer Berlín mediante un puente aéreo y enviar 60 bombarderos B-29 al Reino Unido. Por primera vez la amenaza nuclear se vuelve explícita.

Stalin se da cuenta de que está perdiendo la batalla propagandística. Además, el contrabloqueo resulta económicamente doloroso. En mayo de 1949 levanta el bloqueo. Ese mismo año se crea la República Federal Alemana y, poco después, la República Democrática Alemana, símbolo de la Guerra Fría en Europa. Las zonas de influencia se convierten en los territorios donde ambos bandos fijan sus propias reglas de juego. Ningún estado declara la guerra, pero la desconfianza mutua y la intuición de que los otros albergan intenciones hostiles propician una carrera armamentística imparable para rechazar un hipotético ataque preventivo. Esta consideración prebélica fija la política exterior y, en mayor o menor grado, la política interior de las dos superpotencias. Probablemente los errores cometidos con el Reich obligan a los gobernantes a sobreactuar militarmente.

Mientras tanto, en el resto del mundo, los procesos de descolonización se ven mediatizados por esta contienda en la que ambas superpotencias rivalizan por poner su propia concepción del orden en un mundo que busca un equilibrio imposible. Se consolida la Guerra Fría como forma de aglutinar los problemas de nacionalismo y de reformas sociales.

La Contención

Para Stalin, Truman se estaba comportando de forma deshonesta en Europa. Aunque quería mantener la Gran Alianza, tenía en China una revolución de inspiración comunista que se mantenía a duras penas haciendo la guerra contra las tropas nacionalistas del Guomindang. Stalin no se fiaba de Mao, consideraba un error realizar la revolución apoyándose en los campesinos en lugar del proletariado industrial, pero es que en la China del momento apenas existía un tejido industrial consistente. “Marxista de margarina” era el apodo con el que Stalin menospreciaba a Mao. Esta mutua desconfianza llevó a Mao a no tomar en consideración la propuesta de Stalin de detenerse a orillas del rio Yangtsé para formar un gobierno de coalición con los nacionalistas. La vía china a la revolución comunista logró sus objetivos el 1 de octubre de 1949.

Stalin maniobró para pactar con los chinos un acuerdo estratégico, pero la frontera asiática formaba parte del área de influencia soviética y no desaprovechó esta circunstancia para mostrar su poderío al presidente Truman. Este ya había definido una política de contención del comunismo en todo el mundo. Su famoso discurso ante el Congreso para pedir una ayuda destinada a Grecia y Turquía mostró su fuerte compromiso con las libertades de elección de los pueblos: “la política de Estados Unidos debe consistir en ayudar a los pueblos libres que luchan contra las minorías armadas o las presiones exteriores que pretenden sojuzgarlos” (doctrina Truman). La venganza de Stalin sería apoyar los planes de Kim Il Sung de anexionarse Corea del Sur en 1950.

Su visión de la guerra en Asia era que, si Corea del Norte empezaba a perder la guerra, China acudiría en su ayuda y una guerra larga y prolongada entre China y Estados Unidos sería una buena cosa para la URSS. Lo cierto es que esta guerra supuso una escalada en la militarización de la Guerra Fría y aniquiló las conversaciones de paz y los acuerdos en Europa. Incluso provocó que el general MacArthur plantease el uso de bombas nucleares, humillado por los avances chinos. Pero Truman temía que esa escalada provocase una tercera guerra mundial o, al menos, un nuevo frente con los soviéticos en Europa. De hecho, Stalin había ordenado que los países satélites europeos creasen ejércitos modernos a la mayor brevedad. También había conseguido acelerar sus planes nucleares, aunque no tenía forma de arrojar la bomba atómica sobre territorio estadounidense. Para Truman, lo que estaba en juego en Corea era el prestigio de la ONU y no escatimó esfuerzos para llegar a un equilibrio político. Finalmente, en 1951, se llegó a una situación que restablecía el “status quo”, lo que facilitó el final de las hostilidades. Una de las películas que explicó las condiciones en las que se desarrolló la guerra de Corea fue “Paralelo 38” (1952).

Repercusiones

Las repercusiones de la guerra de Corea en Asia fueron que Stalin aumentó la ayuda militar a China, convencido de que Mao no se convertiría en un nuevo Tito. Truman se radicalizó contra el avance del comunismo y se mostró partidario de combatirlo aunque fuera unilateralmente, sin la ayuda de las potencias coloniales. Admitió a Japón como un baluarte en su estrategia de contención y junto con Formosa, Filipinas, Australia y Nueva Zelanda convirtió esta cadena de islas del Pacífico en su principal eje defensivo.

Las repercusiones en Europa fueron el refuerzo de la OTAN con una estructura de mando unificada, la formación de una fuerza de tierra con 96 divisiones, para contrarrestar la presencia militar que Stalin había propiciado en el Este; la incorporación de Grecia y Turquía (en 1952) y el restablecimiento de relaciones con Franco y con Tito. Truman rompió con la vieja doctrina aislacionista de Estados Unidos en tiempo de paz y envió 4 divisiones al continente que permanecieron por más de 40 años. Incluso permitió el rearme de Alemania incorporándola a la OTAN, pese al recelo de los franceses.

Las diferencias entre las dos superpotencias en relación con Alemania motivaron que la opinión pública norteamericana viese en Stalin un estadista ambicioso y tiránico que no conocía límites. Cuando Truman tuvo que hacer frente a la reelección (en 1948), se dio cuenta de que no ganaría con un discurso conciliador con la URSS. Pese a todos los pronósticos, logró imponerse a su adversario republicano gracias a una intensa campaña en la que recorrió la nación de punta a punta y a su apuesta por los derechos civiles. Finalmente, ambos mandatarios dejaron el poder el mismo año, aunque por causas diferentes. Truman dio el relevo al republicano Eisenhower, Stalin falleció por un accidente cerebrovascular y le sucedió una troika en la que se impuso Nikita Jrushchev. Los cimientos de la Guerra Fría habían sido fijados por estos dos personajes.  Los líderes victoriosos del mundo en guerra, empezaron aliándose para acabar con un dictador fascista y acabaron combatiendo entre sí para imponer su visión de un nuevo orden mundial.

 

[1] Truman accedió a la presidencia tras la muerte de Roosevelt, al ser su Vicepresidente.

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Perfil psicológico de Harry S. Truman

Las enciclopedias lo definen como un presidente tranquilo, sin pretensiones. Su acceso a la primera presidencia se produjo por fallecimiento del titular (Franklin D. Roosevelt), pero luego fue sorpresivamente reelegido cuatro años más y se ocupó de los asuntos internacionales con gran determinación.

De pequeño le gustaban la música y la lectura, en especial los libros de Historia. Uno de sus rasgos más característicos era su cercanía a su madre, a  la que pidió consejo en numerosas ocasiones. Este apego a la madre es característicos de los hijos primogénitos que adoptan a la vez un sentimiento/una actitud protector/a y de refugio ante los ataques del exterior, convirtiendo a la madre en un “ancla moral” para determinar con claridad lo que está bien y lo que está mal.

Aunque quiso realizar carrera militar, sus problemas de visión le condicionaron en las pruebas de acceso. Sin embargo, llegó a ser un buen oficial de artillería en la Primera Guerra Mundial. Su carácter templado podría tener relación con un cierto distanciamiento emocional, los asuntos emocionales no le convertían en un hombre impulsivo,  de hecho se casó con su primera novia tras concluir su participación en la 1ªGM. Cuando terminó su presidencia volvieron a establecerse en Independence (el pueblo natal de su mujer, Bess) hasta el fin de sus vidas. En una de sus cartas el joven Truman se “despacha” a gusto contra los alemanes, pero entiendo que puede ser fruto del estrés bélico. Como buen masón, se dedicó a pulir su piedra interior para convertirla en una gema.

Debió de ser un buen padre (aunque sólo tuvo una hija) porque, en cierto momento, dijo: «He encontrado que la mejor manera de dar consejos a tus hijos es descubrir lo que quieren y, después, aconsejarles que lo hagan». Todo un ejemplo de comprensión y afecto.

Durante su presidencia destacó por defender los intereses de la gente sin recursos, por su lenguaje llano y accesible y por valorar la unión de los Estados Americanos por encima de las diferencias lingüísticas y culturales de Europa. «Si esta gran nación que es la nuestra se dividiera en 48 gobiernos independientes con 40 lenguas y dialectos diferentes, tendríamos el mismo problema que tiene Europa. Soy de los que tienen la esperanza de que, finalmente, haya paz en el mundo. Pero, hasta que llegue ese momento, también soy de los que quiere que este país “no gaste su pólvora en salvas”».

Bajo su mandato se produjo el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Japón, lo que aceleró el final de la 2ªGM; se fundó la ONU, el Plan Marshall, el bloqueo de Berlín y la Guerra de Corea. Mucho bagaje para un “Presidente por accidente”.

@salenko1960          septiembre 2017

 

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Cuarta singladura: Reagan – Gorbachov

De alguna manera nos situamos en el episodio final de la Guerra Fría, después de este periodo se produjeron los últimos sucesos que finiquitaron el imperio soviético: la caída del Muro de Berlín y el golpe de estado en la URSS.

SITUACIÓN PREVIA

Ronald Reagan provenía del mundo sindical, concretamente del sindicato de actores. Como Presidente de la Nación se caracterizó por la dureza de sus planteamientos antisoviéticos, los consideraba, en un primer momento, los enemigos del sistema americano. Para hacer frente a ellos, se rodeó de un grupo de asesores y consejeros que buscaban el mayor grado de acoso a la influencia soviética en todo el mundo. Se acuñó el término full court press (traducible como “presión en toda la cancha”, término propio del baloncesto) con el que se pretendía hacerles perder el terreno que habían ganado con la débil presidencia de Carter.

Su primer mandato (20 de enero de 1981-20 de enero de 1985) puso de manifiesto una dependencia excesiva de sus consejeros en cuestiones técnicas e ideológicas. Impulsó los trabajos del “Comité sobre el Peligro Actual”, que sostenían la existencia de una “ventana de vulnerabilidad” que aconsejaba un rearme en las Fuerzas Armadas basándose en la superioridad tecnológica de EEUU sobre la URSS, especialmente la incipiente tecnología informática.

Reagan criticó a la ONU por no saber diferenciar entre países autoritarios y totalitarios, esta crítica dejó sus secuelas en la falta de apoyo económico a los planes de la UNESCO. Tampoco se sintió interesado por la distensión, más bien le parecía una mala idea que debilitaba las opciones legítimas de hacer prevalecer los principios americanos (motivo por el que fue catalogado como «cowboy” en muchos discursos de la izquierda europea).

Por su parte, Mijaíl Gorbachov había sido elegido secretario del PCUS (11 de marzo de 1985), poniendo fin a la escuela estalinista, al poco de iniciar Reagan su segundo mandato. Prácticamente se pasó los dos primeros años siguiendo la ortodoxia planteada por Yuri Andrópov. Se le designó por su juventud y por sus conocimientos en economía, para entonces era patente el deterioro de los cimientos del poder soviético.

Una de sus primeras medidas fue, paradójicamente, ruinosa para las arcas públicas; se trataba de una campaña contra el alcoholismo que se impulsó a todos los niveles. El gigantesco déficit lastró casi todas sus políticas, se podría decir que ante la dialéctica de “cañones o mantequilla”, los dirigentes anteriores a Gorbachov, habían elegido la primera opción.

Con estos mimbres y la ayuda de Shevardnadze se propuso cambiar la imagen de la URSS para impulsar otra más abierta y optimista (1987). Con sus medidas se ganó la confianza de los apparatchiks ilustrados, los hijos del XX Congreso del PCUS; se otorgaron privilegios de reunión con extranjeros (como se refleja en la película “La casa Rusia”).

Para cuando Gorbachov se había afianzado en el poder, Reagan ya había cambiado su actitud inicial. Una vez que se había logrado aumentar el arsenal de misiles y cada vez más consciente del poder destructivo de las Armas Nucleares, había relevado en junio de 1982 a uno de los “halcones” más significativos (Alexander Haig) y nombrado a George Shultz para negociar de igual a igual con los soviéticos, pese a la oposición de George Bush, Caspar Weinberger y William Casey, pero con el apoyo de Nancy Reagan. Pese a ello, los dirigentes rusos desconfiaban de la nueva actitud de Reagan y la tachaban de electoralista. Reagan impulsó un nuevo marco de relaciones en noviembre de 1984 en la ONU, se realizaron dos rondas de negociaciones pero con pocos progresos por el escollo que supuso la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), también conocida como “Guerra de las Galaxias”.

LOS RASGOS PSICOLÓGICOS DE RONALD REAGAN

Reagan era un gran comunicador, aptitud muy valorada en los líderes políticos de EEUU. Muchas de sus promesas electorales se conformaron como reacción a la política “supuestamente débil” del presidente Carter. Su evolución ideológica pasó de denominar a la URSS como el “Imperio del mal” a considerar amigos a los soviéticos, en especial a Gorbachov. Pudo tener que ver con un proceso de asimilación de información más que con un cambio de personalidad. A fin de cuentas, él se había desempeñado como actor y debía pensar cuál de sus papeles era el más adecuado a las circunstancias cambiantes.

Ideológicamente no mostró interés por saber demasiado sobre el comunismo, no le interesaba conocer a fondo esa ideología porque se sentía cómodo representando los valores americanos en un contexto de confrontación militar. Tampoco era un despiadado militarista como se le tachó a veces. Él nunca albergó planes de ataque preventivo contra la URSS y se sorprendió al descubrir que los rusos estaban seriamente preocupados con esta posibilidad. La disuasión le parecía una baza poco sensata y le repugnaba la idea de la “Destrucción Mutua Asegurada” (MAD), porque no contemplaba la posibilidad de ganar la confrontación. Si los EEUU han conseguido desbancar tecnológicamente a la URSS, también serán capaces de arruinar sus planes de expansión ideológica, debió de pensar.

En cuando a la IDE, le pareció más sensato que la doctrina MAD porque se apoyaba en la incontestable supremacía tecnológica y científica de los EEUU. Pese a que existía un serio obstáculo para hacerla viable, dado que exigía una gran inversión en costosísimos ensayos para hacer que el sistema distinguiera entre las cabezas nucleares reales y falsas. El desastre del Challenger (enero 1986) puso en duda la capacidad operativa de la IDE, pero obligó a los soviéticos a replantearse su estrategia nuclear. Para mejorar sus opciones políticas, fue capaz de amañar un experimento para engañar al Congreso con el fin de lograr fondos. Los soviéticos le acusaron de incumplir los acuerdos ABM firmados por Nixon y Brezhnev pero le dio la vuelta a esta acusación utilizando como excusa que el radar de Krasnoyarsk, fue el primer incumplimiento (los soviéticos así lo reconocieron en 1989 y lo desmontaron).

El primer encuentro entre ambos se produjo en la cumbre de Ginebra en 1985, Reagan tenía 74 años y Gorbachov, veinte menos. La puesta en escena de este encuentro permite sacar algunas conclusiones sobre la personalidad de ambos mandatarios: Reagan, alto, elegante y dominador de la situación frente a un Gorbachov vestido como un provinciano, ataviado con abrigo y bufanda  como si llegara de una dacha en pleno invierno a visitar a su poderoso tío millonario para pedirle un préstamo (permítaseme la licencia literaria).

Ambos se casaron con mujeres inteligentes y sofisticadas, que proyectaban una imagen de mujer independiente y comprometida con los cambios que se deseaban impulsar. Raisa y Nancy congeniaron muy pronto y aportaron un tono cálido y casi familiar a las relaciones entre los dos presidentes.

LOS RASGOS PSICOLÓGICOS DE MIJAIL GORBACHOV

Cuando fue nombrado Secretario General del PCUS, estaba considerado como un hombre inteligente, perspicuo y fino. Entre tanto carcamal estalinista, Gorbachov debió suponer un revulsivo con el que el Régimen trató de hacer el ansiado relevo generacional.

Las cuestiones ideológicas jugaban un papel muy secundario; pese a ser un leal comunista, prefería centrarse en las reformas administrativas que debían impulsar la debilitada economía soviética.  Para ello se centró en la política exterior y nombró a Shevardnadze como su mano derecha. Logró un impacto muy significativo incluso en países muy enfrentados con los intereses soviéticos, como es el caso del Reino Unido, llegando a conseguir que su primera ministra Margaret Thatcher, hablase bien de él al presidente Reagan.

Su optimismo era otro de sus rasgos destacados, un optimismo que, con frecuencia, crispaba a los dirigentes más recalcitrantes pero que no llegaron a conformar un contralíder hasta que le llegó el momento a Boris Yeltsin. Su oposición a las soluciones militares tuvo que ver con el hecho de que consumían buena parte de los recursos económicos dentro de un país con grandes lagunas de producción en artículos de consumo y que no lograba dar la réplica a la tecnología informática que, en el lado capitalista, estaba revolucionando los procesos administrativos.

Supo aprovechar algunas circunstancias para convertir al complejo militar industrial soviético en el “chivo expiatorio” de los males económicos, un ejemplo de esto fue el incidente de la avioneta alemana que aterrizó en la Plaza Roja (incidente de 1987 en el que Mathias Rust puso en evidencia el sistema de defensa aéreo soviético). Mientras, los apoyos logrados en política exterior (granjeándose la simpatía de Miterrand, González y Troudeau) le reportaban un soporte financiero que aliviaba la situación económica. Incluso llegó a permitir las inspecciones de la OTAN, lo que horrorizaba a muchos de sus generales por la posibilidad de que se descubrieran las “aldeas Potemkin”[1].

Cuando tuvo conciencia del peligro nuclear, reaccionó impulsando la transparencia del Estado, acuñando el término Glasnost que, junto al de Perestroika (reestructuración), se ha convertido en parte de su legado histórico. A pesar de ello, el incidente de Chernóbil (abril 1986) puso a prueba esta retórica y el resultado fue una reacción del Estado acorde con las antiguas fórmulas estalinistas de ocultación y de restar importancia. Esta falta de compromiso parece propia de un político occidental pero fue lo que, a la postre, posibilitó las renuncias que tuvo que hacer el Kremlin para llevar a cabo unas conversaciones de paz que estuvieron a punto de destruir las armas nucleares. Porque este hombre era más un constructor de consenso que un guerrero.

CONTEXTO GEOPOLÍTICO

Sin ánimo de ser exhaustivo, merece la pena hacer un repaso de los acontecimientos en los que estuvieron enfrentadas estas dos figuras. La invasión de Afganistán ya se había convertido en el Vietnam soviético cuando Gorbachov llegó al poder, su deseo de retirada se debió a problemas financieros más que a la voluntad del inquilino del Kremlin.

La cuestión de Centroamérica fue más peliaguda porque Reagan adoptó una posición más intransigente, la situación de Nicaragua la convirtió Reagan en un asunto ideológico de primer orden que a punto estuvo de costarle el “impeachment” por las contradicciones en que incurrieron sus colaboradores más cercanos cuando se descubrió el asunto Iran-Contra.

En Oriente Próximo la situación parecía dar un vuelco favorable a la paz cuando Yasir Arafat, en 1988, admitió el derecho de Israel a la propia existencia como Estado. Mientras en el Golfo Pérsico, Reagan había borrado a Irak de su lista de países terroristas (confiaba en que esto podía ser una buena baza contra la URSS) y se produjo el incidente del destructor Stark (mayo de 1987) que provocó una serie de ataques contra aviones civiles en la zona.

En Europa, Gorbachov se planteaba la conveniencia de desplegar los nuevos misiles SS-20. Reagan seguía apoyando al sindicato Solidaridad en Polonia y se mantenía un boicot tecnológico a la URSS que molestó a los aliados europeos porque entorpecía el proyecto de construcción de un gaseoducto. En octubre de 1986 se produjo la cumbre de los dos presidentes en Islandia, en la cual se resolvieron más cuestiones relacionadas con el desarme que todos sus predecesores juntos, aunque Gorbachov hizo casi todas las concesiones.

CONTROL DE ARMAS

Desde marzo de 1983, Reagan había sacudido los cimientos de la contención aprobando el proyecto IDE como parte de su estrategia de doblegar a los soviéticos. Gorbachov se pasó mucho tiempo discutiendo sobre contramedidas a esta Guerra de las Galaxias y solo consiguió acordar con Reagan la desmilitarización del espacio. Este proyecto fue el único obstáculo que impidió alcanzar un acuerdo de destrucción de todas las armas nucleares propuesto por Reagan.

El Reagan del segundo periodo fue el que firmó el acuerdo INF en 1987. El tratado eliminó los misiles cuyo rango estuviera entre 500 y 5.500 kilómetros. Con ello se procedió a destruir 846 por parte de los EE.UU y 1.846 por parte de la Unión Soviética. Bajo este tratado, ambas partes tenían permiso, por primera vez,  para inspeccionar las instalaciones militares del otro. Este principio encaja con el proverbio ruso de “Confía pero comprueba”. Aparte del rechazo de ambos dirigentes a una confrontación nuclear, en el caso de Reagan, pudo influir la presión pública; en 1982 se produjo la mayor concentración de la historia para protestar contra las armas nucleares.

El compromiso más claro con la reducción de armas lo tuvo el presidente Gorbachov, cuando pidió, en la ONU, eliminar la ideología de las relaciones internacionales (principio contrario al pensamiento estalinista vigente hasta entonces en la URSS) y cuando anunció una relación unilateral de las Fuerzas Armadas en el Ejército Rojo.

¿GANÓ REAGAN LA GUERRA FRÍA?

Muchos analistas han debatido esta cuestión, porque supondría una preponderancia ideológica extrapolable a todo el Globo. No se puede negar que la agresividad militar del primer mandato de Reagan supuso un problema para el sistema soviético, con unos dirigentes envejecidos que no pudieron afrontar los desafíos económicos con los recursos adecuados. El mandato de Gorbachov, si bien liberó a la URSS de algunas de sus obligaciones militares, no fue lo suficientemente decidido como requería la situación, albergando el descontento, tanto de los elementos más decididamente comunistas, como de los que esperaban un rebrote de la economía que aligerase las penurias de la población civil. La brecha entre un sistema fuertemente apegado a una ideología que no se había adaptado a los tiempos modernos (especialmente combatiendo la corrupción de sus élites) y otro que aprovechaba los avances tecnológicos para impulsar unos hábitos de consumo que proyectaba a lo más alto el poder de los estados europeos, fue, probablemente, la causa real del colapso de la URSS.

Pese a que Reagan puso mucho de su parte para evitar una conflagración nuclear y llevó a cabo una contraofensiva ideológica en el Tercer Mundo, que ocasionó muchos quebraderos de cabeza a los soviéticos, parece ser que la debilidad interna de la URSS ya era patente sin esta presión añadida.

Las concesiones de Gorbachov jugaron un papel trascendental para mejorar la imagen de la URSS, sobre todo la exterior, pero no fue suficiente para reformar una Administración rígida y corrupta, incapaz de tomar conciencia de las necesidades ciudadanas. Por otro lado, si admitimos la hipótesis de que Reagan ganó la Guerra Fría, resulta evidente que este logro se consiguió a costa de pagar un precio muy alto como fue desatender los problemas nacionales de los EEUU, que heredaron los presidentes que sucedieron a Reagan.

@salenko1960, agosto 2017

[1] Los pueblos Potemkin hacen referencia a los creados por el Duque Grigori Potemkin con figurantes que representaban el papel de felices aldeanos cuando la zarina Catalina II de Rusia pretendió visitar la recién conquistada península de Crimea. Con este ardid logró encubrir la verdadera situación catastrófica de la región.