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Ella and Louis 1956

El Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes (FMJE) que se celebró en Moscú en el año 1957, supuso una bocanada de aire fresco para los jóvenes cuadros del Partido Comunista de la URSS (PCUS), uno de ellos pudo haber sido Mijaíl Gorbachov. Las emisiones de la Voz of America ya habían popularizado los ritmos norteamericanos entre los jóvenes soviéticos, hasta el punto que muchos querían ser más americanos que los propios norteamericanos.

El jazz, el blues y posteriormente el rock and roll, embelesaron a los jóvenes que querían abrirse a un mundo desmilitarizado. Nikita Jrushchov había iniciado el proceso de desestalinización y parecía que el comunismo tenía interés en dar al mundo una imagen más amigable. Fue un periodo de tiempo que transcurrió desde la revolución húngara hasta la caída de Jrushchov. Posteriormente estos estilos musicales fueron proscritos por las autoridades neoestalinistas.

Aquí os dejo el recuerdo de una de las artistas más reconocidas de ese periodo (Ella Fitzgerald) trabajando junto al más famoso trompetista del siglo XX (Louis Armstrong). Son canciones de amor tocadas a un ritmo lento para propiciar el acercamiento entre ambos sexos.

El primer archivo nos habla precisamente de lo bien que se siente uno/una  cuando baila agarrado a la chica/chico de tus sueños juntando mejilla con mejilla.

El segundo corte refleja que la aparición del ser amado puede hacer que desaparezca la niebla en una ciudad que, en esos años, era especialmente famosa por su bruma pertinaz.

La tercera trata un tema algo más de actualidad cuando los amantes se preguntan: Ahora que había encontrado al hombre de mis sueños, el/ella me va a rechazar y me preguntará: «¿No podemos ser amigos?»

@salenko1960

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Primera singladura: Truman – Stalin

La relación entre ambos

Su primer encuentro tuvo lugar en Potsdam, poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial. Era el tercer encuentro entre los aliados (tras las reuniones de Teherán, y Yalta) y Truman sucedía al recientemente fallecido Roosevelt. El clima de colaboración seguía siendo favorable y compartieron amigablemente sus planes para acabar con la amenaza del Imperio nipón.

Los rasgos psicológicos de Truman han dejado poco rastro en los libros de Historia (ver entrada de blog “perfil psicológico de Truman”). Podría  deducirse falsamente que fue el primer “Presidente por accidente[1]” de la GF, sin embargo, las decisiones que tomó marcaron el rumbo de los acontecimientos posteriores. Ya sea por iniciativa propia o por influencia de Churchill, el hecho es que se convirtió en el primer adversario serio de Stalin y fue el responsable de hacer volar por los aires el entramado de alianzas geopolíticas que surgió tras el fin de la 2ªGM.

Un factor determinante en sus relaciones políticas fue el hecho de que Truman ejerció su primer mandato con la convicción de que era el “Gendarme del mundo”, por el hecho de que sólo EEUU disponía del arma nuclear. Pero en 1949 se comprobó que los soviéticos también disponían de este tipo de artefactos. Otro factor fue su dependencia inicial de los asesores que heredó del fallecido Franklin D. Roosevelt. El equilibrio del terror marcó los siguientes 30 años de GF.

En cuanto a Stalin, su carácter le hacía sospechar de todos cuantos le rodeaban y nada hace pensar que no sintiera una gran desconfianza hacia Churchill y, por ende, hacia Truman. Su visión revolucionaria le hacía concebir a estos personajes como líderes de estado burgueses que, más pronto que tarde, se convertirían en enemigos de los bolcheviques. Sin embargo, en un principio, le resultó más cómodo aparentar una confluencia de intereses geopolíticos para extinguir la amenaza nazi.

En este contexto, ninguna de las dos partes quería aparecer como el verdugo de las expectativas de cooperación que la gente mantenía tras los extenuantes sacrificios de la pasada guerra. Las dudas que pudieran albergarse quedaron diluidas con tres momentos trascendentales. El 9 de febrero Stalin se dirigió  a los dirigentes de la URSS en el teatro Bolshói: tras hacer un balance euforizante de la capacidad del ejército rojo para defender los intereses del comunismo, preparó a los cuadros para las confrontaciones futuras que se pudieran avecinar. A requerimiento de Washington, el diplomático George Keenan telegrafió un mensaje en el que ponía de manifiesto la naturaleza hostil del régimen soviético, en lo que se conoce como “Telegrama Largo”. Mucho más conocido ha resultado el discurso del 5 de marzo en Fulton (Missouri) donde Churchill (avalado por Truman) pidió una respuesta de la civilización cristiana y alertó a los dirigentes angloamericanos ante la amenaza comunista que se cernía sobre Europa.

Plan Marshall

El invierno de 1947 había sido tremendamente riguroso para Europa Occidental, la reconstrucción iba demasiado lenta y la escasez de recursos empezaba a convertirse en un arma política. La visión de Truman era favorable al comercio internacional, pero, si no había recuperación económica, ¿cómo podía dinamizarse el comercio? En enero de 1947 nombró a George Marshall Secretario de Estado. Éste hace un comentario despectivo con relación a la inoperante conferencia de ministros de Asuntos Exteriores de Moscú (de marzo a abril de 1947): “el paciente estaba muriéndose mientras los médicos deliberaban” y propone un plan de ayuda económica masiva para reconstruir la Europa destruida por la guerra.

Stalin descubre unas conversaciones secretas entre los angloamericanos. Además, se da cuenta de que las potencias occidentales no tienen en mente una Alemania centralizada y neutral. Teme que le recorten las indemnizaciones de guerra que él esperaba, tampoco le llegan los créditos prometidos tras la guerra. Llega a la conclusión de que el Plan Marshall es un proyecto destinado a reducir la influencia soviética en Europa.

El 2 de julio decide oponerse y presiona a los países del Este para que rechacen esas ayudas. Esta decisión provoca una crisis política en Checoslovaquia. Propone el Plan Molotov como contrapartida, Stalin pasa de la contemporización con los países occidentales al contraataque feroz. Durante el otoño da instrucciones para desestabilizar Francia e Italia mediante huelgas y manifestaciones organizadas por los partidos y sindicatos comunistas. El establecimiento de la Kominform (reemplazando a la Komintern) se vio acelerado por el Plan Marshall.

Gracias al Plan Marshall, Truman contuvo el avance del comunismo en Europa Occidental. La Agencia Central de Inteligencia jugó un papel destacado, especialmente en las elecciones italianas del año 48, cuando la CIA movilizó a la población italoestadounidense para escribir cartas disuasorias a sus familiares para que no apoyasen al Partido Comunista. También la Iglesia Católica se pronunció desde los púlpitos para impedir la victoria comunista que vaticinaban los pronósticos. Europa padecía muchos problemas económicos y sociales, con una población de desplazados y refugiados equivalente a la de un país mediano. En la Europa Oriental o del Este, muchos temían las represalias de Stalin por supuestos crímenes de guerra y buscaban emigrar al Oeste, tanto en Alemania como en Hungría, Checoslovaquia y Rumanía principalmente. Los judíos se marcharon de Polonia creando un problema para las autoridades de ocupación, esta situación de repatriación forzosa se mantuvo hasta 1947, con el inicio de la Guerra Fría, y en 1948, con la creación del estado de Israel.

Los planes de inversión del Plan Marshall dejaron en un segundo término los programas de desnazificación de Alemania. Estos programas se llevaron a cabo con mucha intensidad y coordinación los primeros años de ocupación, pero luego ambos presidentes se dieron cuenta de que los antiguos nazis podían serles de utilidad para impulsar las reformas sociales que ambos pretendían. Se pasó de una política de acoso a otra de captación, en 1951 se producen las últimas ejecuciones de nazis en Alemania, ante un clamor de súplicas pidiendo clemencia. Un aspecto chirriante es que, en los juicios de Nuremberg, las autoridades soviéticas juzgaban a sus antiguos contendientes por crímenes que ellos mismos habían alentado. Stalin era de la opinión de que un soldado que ha pasado por la sangre, el fuego y la muerte está legitimado para pasar un buen rato con una mujer o llevarse alguna cosilla.

Bloqueo de Berlín

La ocupación de los aliados se distribuyó en cuatro zonas: francesa, británica, norteamericana y soviética. Berlín quedaba en el interior de la zona soviética (unos 200 km.) y dividida, a su vez, en cuatro sectores. Francia opinaba que una Alemania dividida y que pagase reparaciones impuestas tras la guerra era la mejor opción, pero Stalin consideraba que era más seguro cobrar de una Alemania unida (como se acordó en Potsdam). EEUU consideraba que esta propuesta era una estratagema para dominar toda Alemania, así que deciden, junto con los británicos, interrumpir los pagos de sus zonas a la URSS. Además, Byrnes promete un autogobierno a los alemanes y garantiza la presencia de tropas norteamericanas por tiempo indefinido.

Stalin considera esta unión alemana-norteamericana una nueva amenaza para la URSS. Empieza a presionar las comunicaciones con Berlín, en marzo de 1948 pone restricciones al tráfico por carretera y el 24 de junio corta por completo ese tráfico desde las otras zonas a Berlín. Los otros aliados responden con un contrabloqueo de Berlín oriental.

Truman entiende estos acontecimientos como una prueba al compromiso de los norteamericanos con las libertades. Decide abastecer Berlín mediante un puente aéreo y enviar 60 bombarderos B-29 al Reino Unido. Por primera vez la amenaza nuclear se vuelve explícita.

Stalin se da cuenta de que está perdiendo la batalla propagandística. Además, el contrabloqueo resulta económicamente doloroso. En mayo de 1949 levanta el bloqueo. Ese mismo año se crea la República Federal Alemana y, poco después, la República Democrática Alemana, símbolo de la Guerra Fría en Europa. Las zonas de influencia se convierten en los territorios donde ambos bandos fijan sus propias reglas de juego. Ningún estado declara la guerra, pero la desconfianza mutua y la intuición de que los otros albergan intenciones hostiles propician una carrera armamentística imparable para rechazar un hipotético ataque preventivo. Esta consideración prebélica fija la política exterior y, en mayor o menor grado, la política interior de las dos superpotencias. Probablemente los errores cometidos con el Reich obligan a los gobernantes a sobreactuar militarmente.

Mientras tanto, en el resto del mundo, los procesos de descolonización se ven mediatizados por esta contienda en la que ambas superpotencias rivalizan por poner su propia concepción del orden en un mundo que busca un equilibrio imposible. Se consolida la Guerra Fría como forma de aglutinar los problemas de nacionalismo y de reformas sociales.

La Contención

Para Stalin, Truman se estaba comportando de forma deshonesta en Europa. Aunque quería mantener la Gran Alianza, tenía en China una revolución de inspiración comunista que se mantenía a duras penas haciendo la guerra contra las tropas nacionalistas del Guomindang. Stalin no se fiaba de Mao, consideraba un error realizar la revolución apoyándose en los campesinos en lugar del proletariado industrial, pero es que en la China del momento apenas existía un tejido industrial consistente. “Marxista de margarina” era el apodo con el que Stalin menospreciaba a Mao. Esta mutua desconfianza llevó a Mao a no tomar en consideración la propuesta de Stalin de detenerse a orillas del rio Yangtsé para formar un gobierno de coalición con los nacionalistas. La vía china a la revolución comunista logró sus objetivos el 1 de octubre de 1949.

Stalin maniobró para pactar con los chinos un acuerdo estratégico, pero la frontera asiática formaba parte del área de influencia soviética y no desaprovechó esta circunstancia para mostrar su poderío al presidente Truman. Este ya había definido una política de contención del comunismo en todo el mundo. Su famoso discurso ante el Congreso para pedir una ayuda destinada a Grecia y Turquía mostró su fuerte compromiso con las libertades de elección de los pueblos: “la política de Estados Unidos debe consistir en ayudar a los pueblos libres que luchan contra las minorías armadas o las presiones exteriores que pretenden sojuzgarlos” (doctrina Truman). La venganza de Stalin sería apoyar los planes de Kim Il Sung de anexionarse Corea del Sur en 1950.

Su visión de la guerra en Asia era que, si Corea del Norte empezaba a perder la guerra, China acudiría en su ayuda y una guerra larga y prolongada entre China y Estados Unidos sería una buena cosa para la URSS. Lo cierto es que esta guerra supuso una escalada en la militarización de la Guerra Fría y aniquiló las conversaciones de paz y los acuerdos en Europa. Incluso provocó que el general MacArthur plantease el uso de bombas nucleares, humillado por los avances chinos. Pero Truman temía que esa escalada provocase una tercera guerra mundial o, al menos, un nuevo frente con los soviéticos en Europa. De hecho, Stalin había ordenado que los países satélites europeos creasen ejércitos modernos a la mayor brevedad. También había conseguido acelerar sus planes nucleares, aunque no tenía forma de arrojar la bomba atómica sobre territorio estadounidense. Para Truman, lo que estaba en juego en Corea era el prestigio de la ONU y no escatimó esfuerzos para llegar a un equilibrio político. Finalmente, en 1951, se llegó a una situación que restablecía el “status quo”, lo que facilitó el final de las hostilidades. Una de las películas que explicó las condiciones en las que se desarrolló la guerra de Corea fue “Paralelo 38” (1952).

Repercusiones

Las repercusiones de la guerra de Corea en Asia fueron que Stalin aumentó la ayuda militar a China, convencido de que Mao no se convertiría en un nuevo Tito. Truman se radicalizó contra el avance del comunismo y se mostró partidario de combatirlo aunque fuera unilateralmente, sin la ayuda de las potencias coloniales. Admitió a Japón como un baluarte en su estrategia de contención y junto con Formosa, Filipinas, Australia y Nueva Zelanda convirtió esta cadena de islas del Pacífico en su principal eje defensivo.

Las repercusiones en Europa fueron el refuerzo de la OTAN con una estructura de mando unificada, la formación de una fuerza de tierra con 96 divisiones, para contrarrestar la presencia militar que Stalin había propiciado en el Este; la incorporación de Grecia y Turquía (en 1952) y el restablecimiento de relaciones con Franco y con Tito. Truman rompió con la vieja doctrina aislacionista de Estados Unidos en tiempo de paz y envió 4 divisiones al continente que permanecieron por más de 40 años. Incluso permitió el rearme de Alemania incorporándola a la OTAN, pese al recelo de los franceses.

Las diferencias entre las dos superpotencias en relación con Alemania motivaron que la opinión pública norteamericana viese en Stalin un estadista ambicioso y tiránico que no conocía límites. Cuando Truman tuvo que hacer frente a la reelección (en 1948), se dio cuenta de que no ganaría con un discurso conciliador con la URSS. Pese a todos los pronósticos, logró imponerse a su adversario republicano gracias a una intensa campaña en la que recorrió la nación de punta a punta y a su apuesta por los derechos civiles. Finalmente, ambos mandatarios dejaron el poder el mismo año, aunque por causas diferentes. Truman dio el relevo al republicano Eisenhower, Stalin falleció por un accidente cerebrovascular y le sucedió una troika en la que se impuso Nikita Jrushchev. Los cimientos de la Guerra Fría habían sido fijados por estos dos personajes.  Los líderes victoriosos del mundo en guerra, empezaron aliándose para acabar con un dictador fascista y acabaron combatiendo entre sí para imponer su visión de un nuevo orden mundial.

 

[1] Truman accedió a la presidencia tras la muerte de Roosevelt, al ser su Vicepresidente.

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El líder, el contralider y el pagafantas.

No hay nada que cohesione más a un grupo humano que tener claro el enemigo al que combatir. Esto fue lo que pasó en la segunda guerra mundial, la agresiva política de Hitler le granjeó enemigos por toda Europa hasta que midió mal sus fuerzas y decidió declarar la guerra a los Estados Unidos.

Cuando estuvo claro que el tercer Reich consideraba los territorios rusos como zona de interés, su política expansionista le jugó una mala pasada, como se la jugó en su día a Napoleón Bonaparte (vencido por el Zar Alejandro I aplicando, por primera vez, la táctica de tierra quemada).

Una vez que Stalin se recuperó del estupor que le produjeron las primeras noticias sobre la Operación Barbarroja (la operación militar por la que los alemanes penetraron en Rusia para echar del poder a los bolcheviques y arrebatarles el control de la Unión Soviética), se puso a la tarea de proteger a la Madre Rusia de los ataques de su antiguo aliado (pacto Molotov-Ribbentrop) y movilizar al depuradísimo ejército rojo para salvaguardar el sistema Marxista-Leninista.

De esta manera, Winston Churchill vio con alivio la creación del frente oriental y, aunque siempre se consideró un ferviente anticomunista, pensó que este acontecimiento le abría una “ventana de oportunidad” para librarse del acoso nazi. El Imperio británico se dispuso a librar una guerra más larga y, con la ayuda de los EEUU, vencer al Reich.

La imagen que ilustra este artículo es, precisamente, la de los tres principales aliados cuando se reunieron en Teherán en 1943, en ese momento no se oía hablar de Guerra Fría pero se estaba fraguando ante la perspectiva de una previsible derrota del Fascismo Totalitario y la amenaza que, para los gobiernos capitalista-burgueses, suponía la llamada Komintern ó III Internacional.

Los tres personajes se entendieron desde el primer momento, pasaron sin grandes dificultades por encima de sus diferencias ideológicas y se centraron en los enemigos comunes: Adolf Hitler (en Europa y África) y el Imperio japonés (en Asia). No fue difícil establecer las prioridades: primero, acabar con el Reich acosándole desde los dos frentes (aunque el frente occidental, reclamado por Stalin, tardó medio año en abrirse con el desembarco en Normandía).

En este trío, opino que el papel fundamental recae en Churchill, sus conocimientos históricos y militares le daban una cierta ventaja psicológica sobre los otros dos. Stalin se había fajado como revolucionario contra la policía zarista y estaba acostumbrado a combatir a los enemigos internos, pero no tenía una visión del mundo tan completa como la del Primer Ministro de su Majestad Jorge VI. Por el otro lado, Franklin D. Roosvelt había defendido públicamente el no intervencionismo de los EEUU en el conflicto europeo. Churchill había buscado denodadamente la implicación de los americanos y su visión geopolítica era mucho más completa, porque aspiraba a salvaguardar tanto al Imperio Británico como a los valores democráticos que supuestamente lo legitimaban.

Aunque, en un primer momento, podemos considerar a Roosvelt como un personaje secundario frente a los otros dos, su papel de representante de potencia económica de primer nivel ya estaba consolidado, su capacidad productiva y su fortaleza financiera estaban fuera de toda duda, pero se trataba de un hombre enfermo, muy poderoso políticamente pero físicamente debilitado. Por este motivo le atribuyo un papel secundario dentro del trío, aunque las cosas fueron cambiando con el paso del tiempo.

El término pagafantas no pretende ser despectivo sino ilustrativo. Pretendo describir el papel de un personaje que actúa movido por su “buenismo”, por su deseo de dejar un mundo más seguro cuando los otros dos se querían destruir (una vez acabaran con Hitler).

La historia nos dice que sólo el georgiano logró mantener el poder al término de la contienda, pero la acrisolada unión de los representantes británicos y norteamericanos fue un considerable contrapeso para poner freno a la revolución proletaria en Europa (y la revolución campesina en Asia y el resto del mundo). De eso trata la Guerra Fría, de imponer un modelo de estado, un sistema de relaciones de poder a escala planetaria.

22 de noviembre de 2016

@salenko1960

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El inicio de la GF

Tras una guerra que había consumido los recursos de las potencias enfrentadas, parece razonable conocer cómo y por qué se desembocó en una guerra no declarada que terminó por colapsar a una de las dos grandes superpotencias vencedoras. ¿Cuándo se dieron cuenta los soviéticos de que terminarían en guerra con el mundo capitalista? ¿Cuándo los norteamericanos dejaron de confiar en su aliado comunista?

Los acuerdos de Yalta y Potsdam dejaron definidos unos espacios geográficos en los que se aceptó que, para garantizar la seguridad del estado soviético, se daría prioridad a la URSS para influir en los acontecimientos políticos de esos estados europeos y asiáticos. Lo llamaron el área de influencia soviética.

Tras finalizar el conflicto, el mapa de Europa mostraba signos de confrontación en ciertas áreas de los Balcanes, Oriente Medio y Manchuria. El desgaste sufrido por el Imperio Británico dio paso a un proceso de descolonización que pronto dejaría de estar controlado por la corona. En ese momento los Estados Unidos no aspiraban a ocupar ni una sola hectárea de terreno fuera de sus fronteras, pero se daban cuenta de que los recursos y la influencia geopolítica estaban relacionados con su actividad comercial. Poco a poco se fueron concienciando de que debían abandonar su tradicional aislacionismo y propiciar un modelo de relaciones internacionales que favoreciese el intercambio pacífico entre todos los estados.

En esos primeros meses de postguerra, Stalin sabía que la situación geopolítica era poco tranquilizadora para la URSS. Dio órdenes de acelerar las investigaciones para dotarse de una bomba atómica y el 9 de febrero de 1946 anunció, en un patriótico discurso en el teatro Bolshói, que la expansión del comunismo justificaba nuevos sacrificios  y que el movimiento revolucionario tendría que volverse a enfrentar a los intereses del capitalismo y del imperialismo, lo que suponía una sentencia de muerte para la gran Coalición.

Cuando el gobierno norteamericano pidió explicaciones a su embajada en Moscú acerca del motivo por el que los soviéticos rechazaban incorporarse a las instituciones financieras que se habían creado en el nuevo marco de cooperación generado por las recién creadas Naciones Unidas, la respuesta del diplomático George Kennan, conocida como “Telegrama largo”, les recordó que la URSS siempre había sido una potencia revolucionaria enfrentada contra los estados burgueses, poco sensible a los razonamientos lógicos y muy respetuosa con las posiciones respaldadas con ayuda de la fuerza.

Poco después se produjo el discurso de Churchill en Fulton (Misuri), invitado personalmente por el presidente Truman cuando ya había pasado a la oposición en el Reino Unido. Algunos de sus pasajes fueron considerados belicistas por el gobierno de Stalin y comparados con la actitud de Hitler. En esencia, Churchill denunció la situación europea tras los primeros meses de ocupación soviética en países como Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumanía, además de las repúblicas bajo control soviético. Al denunciar la forma en que se estaba impidiendo el desarrollo de la democracia en estos países (que cayeron bajo la esfera de influencia soviética), alertó a la sociedad norteamericana de que se preparasen para la confrontación.

Hay que tener en cuenta de que, tras el final de la II Guerra Mundial, los aliados se encontraron con una situación interna radicalmente distinta. Mientras en Estados Unidos, la economía se adaptó fácilmente a una nueva realidad en la que el consumo interno pasaría a sostener la actividad productiva y facilitaría la recolocación de los ciudadanos desmovilizados; en Gran Bretaña se había votado un cambio radical en la forma de gobernar: cuando Churchill ofrecía mantener el imperio británico para consolidar su modelo de civilización cristiana, Clement Attlee le superaba en las urnas con un discurso que prometía a los británicos ocuparse de las mejoras en sus condiciones de vida. Pese a ello, no pudo evitar que la posguerra fuese más dura que la propia guerra, en términos de desabastecimiento, ni que volviesen las cartillas de racionamiento, justificadas en parte porque había que atender a los compromisos británicos en el continente europeo.

La reacción de la Unión Soviética puede considerarse desproporcionada. Stalin volvió a recuperar los valores imperiales y dejó en segundo término las preocupaciones de la ciudadanía para garantizar el asunto de la seguridad nacional. Internamente, volvieron las purgas en el partido y en el ejército, dejando claro que una actuación heroica en el campo de batalla no garantizaba la impunidad por acercar posturas ante las posiciones del bando angloamericano. Externamente, se dijo que esto hacía viable el espacio de influencia soviética.

La situación en Irán, ocupado por fuerzas soviéticas y británicas, la relacionó con antiguas aspiraciones territoriales de las repúblicas soviéticas colindantes (Armenia, Georgia y Azerbaiyán). Pretendió presionar a Turquía e Irán para acercarlas a los posicionamientos de la URSS y solo desistió de este propósito cuando Truman envió al acorazado Missouri a la zona de los estrechos turcos y cuando Naciones Unidas rechazó ampliar el plazo para la acordada retirada del ejército rojo del territorio iraní.

Se había puesto de manifiesto que las diferencias ideológicas entre el comunismo y el modelo angloamericano (que no capitalismo), justificaba un enfrentamiento por la supremacía universal. La dictadura del proletariado entraba en una guerra no declarada contra la democracia representativa. Ninguno de los dos contendientes deseaba ser considerado como el iniciador de las hostilidades, pero las víctimas y los muertos de esta contienda se fueron sucediendo en diferentes escenarios del mundo entero hasta que, en 1991, se desintegró la Unión Soviética.

@salenko1960

 

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PERSONAJES DE LA GF: IÓSIF STALIN

stalin_1945

Stalin nació en Georgia y su manera de hablar el ruso siempre fue motivo de menosprecio. Su padre le educó de forma violenta, lo que le empujó a buscar la protección de su madre, una mujer de profundas convicciones religiosas.

Para brindarle una educación adecuada le obligaron a vivir interno en un seminario cristiano ortodoxo donde los malos tratos eran la tónica habitual. Fue allí donde aprendió a expresarse en ruso. La degradación a la que fue sometido por los monjes y la traición de su madre forjaron su carácter rebelde y contestatario. Cuando pudo independizarse se relacionó con los núcleos revolucionarios bolcheviques, allí fue donde decidió convertirse en un auténtico revolucionario según las consignas que predicaba Vladimir Lenin.

Pasó buena parte de su juventud en las cárceles zaristas, pero su determinación para cambiar el régimen opresivo se radicalizó aún más. Cuando triunfó la revolución se destacó como seguidor a ultranza del gran líder comunista. Su apodo “Stalin” (hombre de hierro) hacía referencia tanto a su capacidad de resistencia al dolor como a su inquebrantable convicción de que las discusiones políticas son una pérdida de tiempo y que lo importante era pasar a la acción.

Una vez alcanzó el poder se manifestó su carácter desconfiado, que le llevó a desarrollar una personalidad paranoide. Era capaz de guardar rencor durante mucho tiempo por pequeños desaires y desconfiaba de las intenciones de sus colaboradores más cercanos.

En un mundo regido por personalidades alteradas, él no fue una excepción; al trastorno bipolar de Winston Churchill podemos añadir la depresión de Roosevelt (quien fallecería antes de acabar la guerra) y los delirios de grandeza del propio Hitler. En este contexto no resulta extraño que se obsesionase con la seguridad de las fronteras de la Unión Soviética (lo que abocó a la Guerra Fría) y con la seguridad interior (lo que legitimó sus purgas, sus gulags y su terror policial).

Pese a que fue el gran triunfador del nazismo, pasará a la historia por sus actos brutales, hasta el punto de que su muerte se produjo en medio de su paranoia. Al parecer, su última purga incluyó a su médico personal, de manera que, cuando fue víctima de un ataque cerebral, nadie en el Kremlin se atrevió a medicarle por el temor de ser acusado de envenenar al líder del comunismo, con el resultado de su agónica muerte cuando contaba setentaicuatro años.

Su visión del comunismo era mucho más completa que la de Lenin porque se tuvo que enfrentar con la amenaza del nazismo (de quien había sido aliado) y porque negoció de igual a igual con las potencias occidentales para evitar una tercera guerra mundial. Una vez terminada la guerra se aplicó al desarrollo industrial y científico de la URSS, logrando un avance considerable, pero a costa de mantener un régimen de control total sobre la clase trabajadora.

Tres de sus grandes legados políticos fueron los conceptos de  Nomenklatura, los Planes Quinquenales y el de Apparatchik.

@salenko1960