EL PAIS 13-02-2015 — BELEN BARREIROS
Resumen elaborado por el Señor X para guerrafria.eu
En los últimos años se ha producido una fractura en la sociedad española que podría determinar el éxito o el fracaso de muchas organizaciones que vertebran nuestra democracia y nuestra economía de mercado (partidos políticos, corporaciones, empresas y bancos). Esta fractura separa a votantes y consumidores, muchos de los cuales sufren las consecuencias de la crisis.
La manifestación más clara de la fractura entre élite y ciudadanía es la irrupción de Podemos.
Según un estudio del Pew Research Center de 2007, el 67% de los españoles aseguraba que el mejor sistema para nuestro país era una economía de mercado. En 2014, el respaldo a la economía de mercado había caído 22 puntos, situándose en el 45%.
Según Mikroscopia, un estudio de Myword que no mide el respaldo genérico al sistema capitalista, pero sí a sus protagonistas, el 25,5% de los ciudadanos ha sentido durante el último año rechazo hacia las grandes empresas y multinacionales. La desconfianza hacia el mundo financiero es aún mayor, el 36,5%. Nace, por tanto, un nuevo tipo de consumidor, el consumidor rebelde, que no es necesariamente subversivo o radical, pero que si ha sufrido los estragos de la recesión. Según el estudio, el 54% de los ciudadanos admite haber pasado a una clase social inferior como consecuencia de la crisis. Con todo, ni siquiera quienes no han variado de estrato social son del todo ajenos a este sentimiento de rechazo: el consumidor rebelde, como el votante rebelde, es también transversal.
La fractura élite-ciudadanía, tanto en el ámbito económico como en el político, ha ido acompañada de otro cambio social enormemente relevante. Los ciudadanos han buscado, por sí mismos y dentro de la propia sociedad, algunas de las soluciones que las grandes instituciones de la democracia y del mercado no les han dado.
En política, los ciudadanos se han convertido en protagonistas: han aumentado el interés por la política, se ha disparado la movilización ciudadana, han surgido nuevos partidos. Según las series del CIS, el interés por la política crece en 8 puntos porcentuales desde antes de la crisis.
Según Mikroscopia, las nuevas formas de compra y de consumo alternativos y colaborativos surgen con más fuerza entre los consumidores rebeldes que entre el resto de los ciudadanos: el intercambio de productos y servicios es 6,4 puntos porcentuales más alto, como también lo es la compra o venta de productos de segunda mano (13,7 y 8,3 puntos más, respectivamente), compartir productos y servicios que antes se compraban (6,1 punto más), la compra en establecimientos de consumo responsable (8 puntos más) y la participación en grupos de consumo y compras colectivas (2,8 y 5 puntos más, respectivamente).
Además, la crisis económica actual se produce en un contexto de digitalización veloz de la sociedad. La acción conjunta de los dos propulsores del cambio, la recesión y la revolución tecnológica, es una bomba de relojería para las instituciones y organizaciones asentadas que no sepan descifrar los códigos de la sociedad en red; por otro lado, constituye asimismo una gran oportunidad para las organizaciones o proyectos que sí sepan hacerlo.
La sociedad digital ha creado un nuevo tipo de ciudadano y consumidor, en Red, que forma parte de una comunidad de personas ávidas de información, en permanente intercambio de opiniones sobre acontecimientos, servicios, productos o marcas, y siempre alerta y dispuesta a contrastar la veracidad de lo que se dice y la coherencia de lo que se hace. El ciudadano en Red es exageradamente exigente con las organizaciones políticas y económicas, en lo que ofrecen y en como lo ofrecen. Y es poco manipulable.
Las instituciones nacidas en la era analógica se han adaptado peor a las demandas de una sociedad digital. Según los datos del CIS, menos de la mitad de los votantes del PP y del PSOE se han conectado en los últimos tres meses a Internet, mientras que los de Podemos, lo han hecho prácticamente el doble. En el caso del PP, la situación es especialmente crítica: entre los jóvenes de 18 a 24 años, nativos digitales, el PP obtiene menos del 5% del voto. Lo mismo ocurre con algunas empresas nacidas en la era analógica, muestran dificultades y de no reaccionar a tiempo pueden peligrar.
La crisis económica y la revolución tecnológica están cambiando nuestra sociedad profundamente. La recesión ha dañado a demasiadas personas. Se ha producido una fractura social que ha deteriorado las bases de apoyo a los partidos, empresas, corporaciones y bancos tradicionales. Reconciliar al ciudadano con el sistema político y económico es probablemente el reto más importante que no sólo los partidos políticos, sino también las grandes corporaciones, tienen ahora mismo por delante.
Belén Barreiros es directora de Myword y expresidenta del CIS